Eclesiastés 5:10

 

 

 

 

 

Vanidad de las riquezas

 

 

 

Si ves la opresión del pobre y la negación del derecho y de la justicia en la provincia, no te sorprendas del hecho, porque un oficial[g] vigila sobre otro oficial[h], y hay oficialessuperiores sobre ellos. Con todo, es de beneficio para el país, que el rey mantenga cultivado el campo.

10 El que ama el dinero no se saciará de dinero,
y el que ama la abundancia no se saciará de ganancias.
También esto es vanidad.
11 Cuando aumentan los bienes,
aumentan también los que los consumen.
Así, pues, ¿cuál es la ventaja para sus dueños, sino verlos con sus ojos?
12 Dulce es el sueño del trabajador,
coma mucho o coma poco;
pero la hartura del rico no le permite dormir.

13 Hay un grave mal que he visto bajo el sol:

las riquezas guardadas por su dueño para su mal;
14 cuando esas riquezas se pierden por un mal negocio[i],
y él engendra un hijo,
no queda nada para mantenerlo[j].
15 Como salió del vientre de su madre, desnudo,
así volverá, yéndose tal como vino;
nada saca del fruto de su trabajo
que pueda llevarse en la mano.

16 Y también esto es un grave mal:

que tal como vino, así se irá.
Por tanto, ¿qué provecho tiene el que trabaja para el viento?
17 Además todos los[k] días de su vida come en tinieblas,
con mucha molestia, enfermedad y enojo.

18 He aquí lo que yo he visto que es bueno y conveniente[l]: comer, beber y gozarse uno[m]de todo el trabajo en que se afana bajo el sol en los contados días de la vida que Dios le ha dado; porque ésta es su recompensa[n]19 Igualmente, a todo hombre a quien Dios ha dado riquezas y bienes, lo ha capacitado también para comer de ellos, para recibir su recompensa[o] y regocijarse en su trabajo: esto es don de Dios. 20 Pues él no se acordará mucho de los días de su vida, porque Dios lo[p] mantiene ocupado con alegría en su corazón.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

REFLEXION

Buscando la felicidad

 

 

 

 



Cuenta una historia que, en un frío día de invierno, había un burrito al que le desagradaba, tanto la estación del año, como la comida que su dueño le daba. 

Cansado de comer la insípida y seca paja, anhelaba con todas sus fuerzas, la llegada de la primavera para poder comer la hierba fresca que crecía en el prado.

Finalmente, llegó la tan esperada primavera, pero para sorpresa del burrito, pudo disfrutar muy poco de la hierba, ya que su dueño rápidamente comenzó a recolectarla para alimentar a sus animales. 

Seguramente te imaginarás quién tuvo la pesada tarea de cargar con la hierba recolectada. El burro tenía tanto trabajo, que no tardó en comenzar a odiar la primavera y esperar con ansias el verano.

Pero el verano tampoco mejoró su situación, ya que le tocó cargar con los granos y los frutos de la cosecha hasta la casa, sudando terriblemente y abrazando su piel con el sol. 

Algo que le hizo volver a contar los días para la llegada del otoño, que esperaba que fuera más relajado.

Llegó al fin el otoño y con él mucho más trabajo para el burrito, ya que en esta época del año, toca recolectar la uva y otros muchos frutos del huerto, que tuvo que cargar sin descanso hasta su hogar.

Cuando por fin llegó el invierno, descubrió que era la mejor estación del año, puesto que no debía trabajar y podía comer y dormir tanto como quisiera, sin que nadie le molestara. Así fue, como recordó lo tonto que había sido.

Para ser felices no necesitamos todo aquello que ven nuestros ojos, lo que nos ofrece la publicidad ni los que otros poseen.

Podemos ser felices con lo que Dios nos da porque eso es exactamente lo que necesitamos.

“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús”. 1 Tesalonicenses 5:18 (NTV)

Muchas veces la gente se pasa años buscando tener más, buscando vivir la historia de los demás y en esa su búsqueda lo único que hacen es aumentar su infelicidad porque cada vez que llegan a donde pensaron que serían felices se dan cuenta de que algo más les hace falta y ven que abandonaron cosas muy valiosas por algo que no existe.

No está mal querer superarse pero no vivas desdichado ignorando que, en realidad, podrías ser una de las personas más bendecidas del mundo.



CVCLAVOZ

Ana María Frege Issa

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

REFLEXION

3 Grandes Beneficios de la entrega a Dios
Publicado por Devocionales 

 

 

 

 



“SOMETEOS, PUES, A DIOS…” (Santiago 4:7)

La entrega conlleva tres grandes beneficios.

Primero: experimentas paz:

“Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti” (Job 22:21).

Segundo, experimentas libertad:

“…libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:18).

Tercero, experimentas poder. ¡En el momento en que te rindes a Cristo, Él vence las tentaciones persistentes y los problemas abrumadores!

Al acercarse Josué a los muros de Jericó, se encontró con Dios, se postró en adoración, entregó sus planes y clamó:

“¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (Josué 5:14b). 

Esa rendición condujo a una victoria espectacular.

Aquí está la paradoja:

¡la victoria viene por medio de la entrega!

¡La sumisión no te debilita sino que te fortalece!

Una vez sometido a Dios, no debes temer ni rendirte a ninguna otra cosa.

William Booth, el fundador del Ejército de Salvación, dijo:

“La grandeza del poder del hombre radica en la medida de su entrega”. 

Eventualmente, todos nos entregamos a algo.

Si no es a Dios, te someterás a las opiniones y expectativas de los demás, al dinero, al resentimiento, al temor, o a tus propias codicias o ego.

Eres libre para elegir a qué rendirte, pero no eres libre de las consecuencias de esa elección.

E. Stanley Jones decía: “Si no te entregas a Cristo, te entregas al caos”.

El ejemplo supremo de sumisión es Jesús. 

La noche antes de su crucifixión, se sometió al plan de Dios diciendo: “…no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42b). 

¡Y Él es tu ejemplo!