Deuteronomio 6:13 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

 

 

Exhortaciones y advertencias

 

 

 

Estos, pues, son los mandamientos, los estatutos y los decretos que el Señor vuestro Dios me ha mandado que os enseñe, para que los cumpláis en la tierra que vais a poseer, para que temas al Señor tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Escucha, pues, oh Israel, y cuida[a] de hacerlo, para que te vaya bien y te multipliques en gran manera, en una tierra que mana leche y miel, tal como el Señor, el Dios de tus padres, te ha prometido.

Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dioscon todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias[b] entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.

10 Y sucederá que cuando el Señor tu Dios te traiga a la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, una tierra con grandes y espléndidas ciudades que tú no edificaste, 11 y casas llenas de toda buena cosa que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivos que tú no plantaste, y comas y te sacies; 12 entonces ten cuidado, no sea que te olvides del Señor que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre[c]13 Temerás[d] sólo al Señor tu Dios; y a El adorarás[e], y jurarás por su nombre. 14 No seguiréis a otros dioses, a ninguno de los dioses de los pueblos que os rodean, 15 porque el Señor tu Dios, que está en medio de ti, es Dios celoso, no sea que se encienda la ira del Señor tu Dios contra ti, y El te borre[f] de la faz de la tierra.

16 No tentaréis al Señor vuestro Dios, como le tentasteis en Masah. 17 Debéis guardar diligentemente los mandamientos del Señor vuestro Dios, y sus testimonios y estatutos que te ha mandado. 18 Y harás lo que es justo y bueno a los ojos del Señor, para que te vaya bien, y para que entres y tomes posesión de la buena tierra que el Señor juró que daría a tus padres, 19 echando fuera a todos tus enemigos de delante de ti, como elSeñor ha dicho.

20 Cuando en el futuro tu hijo te pregunte, diciendo: “¿Qué significan los testimonios y los estatutos y los decretos que el Señor nuestro Dios os ha mandado?”, 21 entonces dirás a tu hijo: “Eramos esclavos de Faraón en Egipto, y el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte. 22 “Además, el Señor hizo grandes y temibles señales y maravillas delante de nuestros ojos contra Egipto, contra Faraón y contra toda su casa; 23 y nos sacó de allí para traernos y darnos la tierra que El había jurado dar a nuestros padres.” 24 Y elSeñor nos mandó que observáramos todos estos estatutos, y que temiéramos siempre al Señor nuestro Dios para nuestro bien y para preservarnos la vida, como hasta hoy.25 Y habrá justicia para nosotros si cuidamos de[g] observar todos estos mandamientos delante del Señor nuestro Dios, tal como El nos ha mandado.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

NO TE PREOCUPES POR NADA

 

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Filipenses 4:6-7

Salmos 119:165
Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar.

Isaías 9:6
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Isaías 12:2
He aquí, Dios es mi salvador, confiaré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR DIOS, El ha sido mi salvación.

Isaías 49:8
Así dice el SEÑOR: En tiempo propicio te he respondido, en día de salvación te he ayudado; te guardaré y te daré por pacto del pueblo, para restaurar la tierra, para repartir las heredades asoladas,

Isaías 57:19
poniendo alabanza en los labios. Paz, paz al que está lejos y al que está cerca –dice el SEÑOR– y yo lo sanaré.

Isaías 66:12
Porque así dice el SEÑOR: He aquí, yo extiendo hacia ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente desbordado; y mamaréis, seréis llevados sobre la cadera y acariciados sobre las rodillas.

Daniel 3:17
Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará.

Isaías 26:12
SEÑOR, tú establecerás paz para nosotros, ya que también todas nuestras obras tú las hiciste por nosotros.

Isaías 27:5
a no ser que él confíe en mi protección, que haga la paz conmigo, que conmigo haga la paz.

Isaías 32:18
Entonces habitará mi pueblo en albergue de paz, en mansiones seguras y en moradas de reposo;

Isaías 42:6
Yo soy el SEÑOR, en justicia te he llamado; te sostendré por la mano y por ti velaré, y te pondré como pacto para el pueblo, como luz para las naciones,

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

REFLEXION

EL PRECIO DE SER DISCÍPULO DE CRISTO
Devocionales, Reflexión

 

 

 



Cuando era niño, acompañaba a mi madre y hermana mayor al hospital de nuestra ciudad a predicar el evangelio; repartíamos folletos, y a la gente que nos daba acceso les hablábamos del amor de Cristo, orábamos por los enfermos y Dios se glorificaba. 

No era mucha la experiencia que habíamos tenido con Dios, apenas unos pocos meses de profesar la fe cristiana; y esto hacía difícil explicar muchas cosas de la biblia. 

Fueron experiencias muy lindas; aprender a servir al Señor. Pero el precio de ser discípulos no ha sido fácil; todos nuestros seres queridos, los amigos de la familia, todos se retiraron de nosotros. Luego vino la burla de mis compañeros de escuela, el desprecio constante de vecinos y amigos.

Dice la Biblia: Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:25-33 (VRV’60)

Este último versículo, sobre todo, me ha llamado mucho la atención. 

La renuncia a toda posesión, a todo aquello en lo que nos hemos esforzado para poseer, las relaciones interpersonales, todo.

En mi corta edad yo no podía comprender muchas cosas pero, fue muy fuerte la llegada del Señor a nuestra familia.

Tenía yo cinco años de edad cuando acompañe a mi madre a una campaña evangelística cerca del barrio donde vivíamos, nuestra casa era un caos; violencia de género, bebidas alcohólicas, cigarrillos, y todo lo que significa no conocer la verdad. 

Mi madre había pensado varias veces en quitarse la vida (esto nos lo dijo mucho después) era una mujer muy religiosa pero nada cambiaba su vida, hasta ese día, 14 de Abril de 1975, en que aceptamos a Jesús como salvador, dos años después fui lleno del Espíritu Santo; entonces fuimos más rechazados pero nada podía hacernos callar; compartíamos con todo el que podíamos aquello que había cambiado nuestras vidas. Sentíamos en el corazón el llamado.

Hay una historia en la biblia que ilustra éste llamado: Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Hebreos 11:24-29 (VRV’60)

La galería de la fe habla, entre otros gigantes, de Moisés. Un hombre con preparación para gobernar Egipto, con todo lo que eso significaba en aquella época. 

Un hombre que había de ser considerado un dios para los egipcios, conocedor de arquitectura, de agrimensura, de las leyes vigentes, fama, riquezas, reconocimiento y todo lo que implica ser un hombre de notoria importancia. Renunció a todo lo que poseía por amor a Dios.

¿Qué lo impulsaba? La fe; ella hizo que tuviese visón de lo sobrenatural, esa fe le permitió comprender que el galardón en esta decisión era mucho más grande que toda la riqueza de los egipcios.

El secreto está en su niñez. Dice la biblia: Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?
Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño, a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió. Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué. Éxodo 2:7-10 (VRV’60)

Quebrantando la orden diabólica de faraón, de matar a los niños de los hebreos, un niño fue escondido y luego echado al río en una canasta, lo encontró la hija de faraón y se lo dio, sin saber, a la madre de dicho niño para que lo criara.

La biblia no lo dice pero lo implica; en los años de crianza, su madre lo instruyó en la fe en el Dios vivo, comenzó a arder en su pequeño corazón el fuego de un llamado que se manifestaría años más tarde; convirtiéndose en el brazo ejecutor de Dios en su plan para sacar a Israel de la esclavitud de Egipto.

Dios está acelerando los tiempos y nos está impulsando hacia afuera, a predicar el mensaje de salvación y liberación; Dios quiere restaurar y nos ha dotado de dones para dicha tarea. No hace falta mucho para anunciar el evangelio, solo lo que Dios hizo en tu vida es suficiente.

“Porque no podemos callar lo que hemos visto y oído”

 

 



Autor: Gustavo J. Iriart