2 Crónicas 32:29

 

 

 

 

 

Invasión de Senaquerib

 

 

 

 

32 Después de estos actos de[a] fidelidad, Senaquerib, rey de Asiria, vino e invadió a Judá y sitió las ciudades fortificadas, y mandó conquistarlas[b] para sí. Cuando vio Ezequías que Senaquerib había venido y que se proponía hacer[c] guerra contra Jerusalén, decidió con sus oficiales y guerreros cortar el agua de las fuentes que estaban fuera de la ciudad, y ellos le ayudaron. Y se reunió mucha gente y cegaron todas las fuentes y el arroyo que fluía por la región[d], diciendo: ¿Por qué han de venir los reyes de Asiria y hallar tanta agua?Y él cobró ánimo y reedificó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres en ella[e], edificó otra muralla exterior, fortificó el Milo en la ciudad de David, e hizo armas arrojadizas y escudos en gran cantidad. Puso también oficiales militares sobre el pueblo, los reunió a su lado en la plaza a la puerta de la ciudad y habló dándoles ánimo[f], diciendo:Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él. Con él está sólo un brazo de carne, pero con nosotros está el Señornuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo confió en las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, mientras estaba sitiando[g] Laquis con todas sus fuerzas, envió a sus siervos a Jerusalén, a[h] Ezequías, rey de Judá, y a[i] todos los de Judá que estaban en Jerusalén, diciendo: 10 Así dice Senaquerib, rey de Asiria, “¿En qué estáis confiando para que permanezcáis bajo sitio en Jerusalén? 11 “¿No os engaña Ezequías para entregaros a morir de hambre y de sed, diciendo: ‘El Señor nuestro Dios nos librará de la mano[j] del rey de Asiria’? 12 “¿Acaso no es el mismo Ezequías el que ha quitado sus lugares altos y sus altares, y ha dicho a Judá y a Jerusalén[k]: ‘Delante de un solo altar adoraréis, y sobre él quemaréis incienso’? 13 “¿No sabéis lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de estas[l] tierras? ¿Pudieron los dioses de las naciones de las tierras librar su tierra de mi mano? 14 “¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres destruyeron completamente pudo librar a su pueblo de mi mano, para que vuestro Dios pueda libraros de mi mano? 15 “Ahora pues, no dejéis que Ezequías os engañe y os extravíe en esta forma, y no creáis en él, porque ningún dios de ninguna nación ni reino pudo librar a su pueblo de mi mano ni de la mano de mis padres. ¡Mucho menos os librará de mi mano vuestro Dios!”

16 Y sus siervos hablaron aún más contra el Señor Dios y contra su siervo Ezequías.17 También escribió cartas para insultar al Señor, Dios de Israel, y para hablar contra El, diciendo: Como los dioses de las naciones de las tierras no han[m] librado a sus pueblos de mi mano, así el Dios de Ezequías no librará a su pueblo de mi mano. 18 Y proclamaron esto a gran voz en la lengua de Judá[n] al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para espantarlos y aterrorizarlos, para así poder tomar la ciudad. 19 Y hablaron del[o] Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos de la tierra, obra de manos de hombres.

20 Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amoz, oraron sobre esto, y clamaron al cielo. 21 Y el Señor envió un ángel que destruyó a todo guerrero valiente, comandante y jefe en el campamento del rey de Asiria. Así regresó avergonzado[p] a su propia tierra. Y cuando había entrado al templo[q] de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí a espada.22 Así salvó el Señor a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de mano de todos los demás, y los guió[r] por todas partes. 23 Y muchos traían presentes al Señor en Jerusalén y presentes valiosos a Ezequías, rey de Judá, de modo que después de esto fue engrandecido delante de todas las naciones.

24 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; y oró al Señor, y El le habló y le dio una señal. 25 Mas Ezequías no correspondió al bien que había recibido[s], porque su corazón era orgulloso[t]; por tanto, la ira vino sobre él, sobre Judá y sobre Jerusalén. 26 Pero después Ezequías humilló[u] el orgullo de su corazón, tanto él como los habitantes de Jerusalén, de modo que no vino sobre ellos la ira del Señor en los días de Ezequías.

27 Y tenía Ezequías inmensas riquezas y honores. Hizo para sí depósitos[v] para plata, oro, piedras preciosas, especias, escudos y toda clase de objetos de valor. 28 Hizo también almacenes para el producto de granos, vino y aceite, corrales para toda clase de ganado y apriscos para los rebaños[w]29 Se edificó ciudades y adquirió rebaños y ganados en abundancia, porque Dios le había dado muchísimas riquezas[x]30 Ezequías fue el que cegó la salida superior de las aguas de Gihón y las condujo al lado occidental de la ciudad de David. Ezequías prosperó en todo lo que hizo. 31 Aun en el asunto de los enviados por los gobernantes de Babilonia, que lo mandaron a él para investigar la maravilla que había acontecido en el país, Dios lo dejó solo para probarle, a fin de saber El todo lo que había en su corazón.

32 Los demás hechos de Ezequías y sus obras piadosas, he aquí, están escritos en la visión del profeta Isaías, hijo de Amoz, y en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Y durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en la parte superior de[y] los sepulcros de los hijos de David; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores en su muerte. Y su hijo Manasés reinó en su lugar.

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

 

 

Promesas – El Señor de señores

 

 

 



A medida que alabas a Dios, descubrirás que se calma el dolor asociado con un incidente o situación.

Él es el Señor de señores, eso incluye cualquier cosa que trate de señorearse de ti.

Salmo 28: 1-3

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser bendiga su santo Nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides ninguno de sus beneficios.

El perdona todas tus iniquidades,

y sana todas tus dolencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

REFLEXION

Apoyando a los que están en liderazgo en la Iglesia
Publicado por Devocionales 

 

 

 



“CONFIRMANDO LOS ÁNIMOS DE LOS DISCÍPULOS” (Hechos 14.22)

 

 

 

 



Pocos atletas tuvieron más fans que la estrella de baloncesto Michael Jordan. 

No obstante, cuando un reportero le preguntó por qué le gustaba que su padre presenciaba sus partidos, Jordan contestó:

“¡Cuando él está ahí, sé que por lo menos tengo un admirador!”. 

Todos necesitamos ser animados, ¿verdad?

No fueron ni su alto rango ni sus grandes logros los que produjeron la sanidad de Naamán. 

No, fue el ánimo de sus criados, que se acercaron lo suficiente para ver el verdadero problema, y después le introdujeron al Dios que tenía la solución.

Hay una importante lección aquí: 

A menudo, cuando el Señor te acerca a alguien y hace que te enteres de cierta información, lo hace para que puedas “saber hablar palabras al cansado…” (Isaías 50:4).

Él te ha puesto donde vas a marcar una diferencia, a lo mejor, como en el caso de Naamán, una diferencia que determinará si la persona vive o muere.

Leemos que Pablo y Bernabé “confirmaron los ánimos de los discípulos” (Hechos 14:22). 

No estamos llamados a juzgar o a declarar culpable a la otros; eso es el trabajo de Dios. 

Nuestro trabajo es orar por ellos y el seguir animándoles.

En este relato extraordinario, el Señor actuó a través de una muchacha de servicio para salvar a un general que estaba a punto de morir.

¿Pero qué hubiera pasado si se hubiera rebelado a hacer camas y lavar platos en la casa de Naamán, o hubiera decidido salir y cotillear acerca del problema? 

Hoy tienes que jugar un papel vital en el plan de Dios. 

Su mano está sobre ti para servir donde Él te haya puesto. 

Capta la visión; no hay espacio para la mediocridad. 

Él te ha llamado a servir con excelencia, así que, ¡empieza a hacerlo!