Job 42:8-9

La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

Confesión y restauración de Job

 

 

 

42 Entonces Job respondió al Señor, y dijo:

Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas,
y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado.
“¿Quién es éste que oculta el consejo sin entendimiento?”
Por tanto, he declarado lo que no comprendía,
cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía.
“Escucha ahora, y hablaré;
te preguntaré y tú me instruirás.”
He sabido de ti sólo de oídas,
pero ahora mis ojos te ven.
Por eso me retracto,
y me arrepiento en polvo y ceniza.

Y sucedió que después que el Señor habló estas palabras a Job, el Señor dijo a Elifaz temanita: Se ha encendido mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job. Ahora pues, tomad siete novillos y siete carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros. Porque ciertamente a él atenderé[a] para no hacer con vosotros conforme a vuestra insensatez, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job. Y Elifaz temanita y Bildad suhita y Zofar naamatita fueron e hicieron tal como el Señor les había dicho; y el Señor aceptó a[b] Job.

10 Y el Señor restauró el bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el Señor aumentó al doble todo lo que Job había poseído. 11 Entonces todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que le habían conocido antes, vinieron a él y comieron pan con él en su casa; se condolieron de él y lo consolaron por todo el mal que el Señor había traído sobre él. Cada uno le dio una moneda de plata[c], y cada uno un anillo de oro. 12 El Señor bendijo los últimos días de Job más que los primeros[d]; y tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 Y tuvo siete hijos y tres hijas. 14 Llamó a la primera Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc. 15 Y en toda la tierra no se encontraban mujeres tan hermosas como las hijas de Job; y su padre les dio herencia entre sus hermanos. 16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro generaciones. 17 Y murió Job, anciano y lleno de días.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

Promesas – Dedicación y Disciplina

Ningún caballo llega a ninguna parte si primero no se le engancha el arreo.

Ninguna vida jamás crece para ser algo grande hasta que no ha logrado su enfoque, dedicación y disciplina.

El estar concentrado, dedicado y disciplinado, hará la diferencia entre una vida mediocre y una gran vida.

 

 

 



1 Corintios 9:24-25

En una carrera varios son los que corren, pero sólo un obtiene el premio… Para seguir en una competencia uno tiene que abstenerse de cualquier cosa que le impida estar en las mejores condiciones físicas.

Filipenses 3:14
prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Colosenses 2:18
Nadie os defraude de vuestro premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal,

2 Timoteo 4:7
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe.

Hebreos 12:1
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

REFLEXION

TE FALTA ALGO MÁS

 

 

 




Sabemos que cuando fallamos o lastimamos a alguien debemos arrepentirnos genuinamente para que Dios nos perdone.

Arrepentimiento viene de la palabra griega “naham” que significa “volver atrás”, cuando uno viaja y toma el camino equivocado, al darse cuenta de su error tiene dos opciones:

1) seguir en el error andando por el camino equivocado o

2) volver atrás, hasta encontrar el camino correcto.

Cuando cometemos un error y lo reconocemos, nos arrepentimos, lo cual está muy bien, pero además de esto, debemos procurar resarcir el daño, al menos en la medida de nuestras posibilidades.

En estos casos decir "lo siento", expresa nuestro dolor por la falta cometida, pero no resulta suficiente, si además no hacemos algo por reparar el daño que hemos causado.

Si bien Dios, es el único que puede traer paz a cada corazón, nosotros no debemos conformarnos solo con palabras, sino que es necesario hacer algo más, si está en nuestras manos, ¿por qué no hacerlo?

Conocemos la historia de Zaqueo, que había estafado a muchas personas, pero cuando se arrepintió, no solo se conformó con arreglar sus cuentas con Jesús, sino que buscó a las personas a las que le había robado y les restituyó cuatro veces mas de lo que les había quitado.

“Mientras tanto, Zaqueo se puso de pie delante del Señor y dijo: -Señor, daré la mitad de mi riqueza a los pobres y, si estafé a alguien con sus impuestos, le devolveré cuatro veces más. Jesús respondió: -La salvación ha venido hoy a esta casa, porque este hombre ha demostrado ser un verdadero hijo de Abraham” Lucas 19:8-9

El primer paso debe ser el arrepentimiento, pero luego es necesario actuar para reparar el daño.

Ambos elementos son necesarios, ya que si solo reparáramos el daño sin pedir perdón reconociendo nuestra falla, la obra sería vana.

Piensa en los aspectos de tu vida que necesitan un cambio o en las personas que han sido afectadas por tus actitudes, pide perdón y en la medida de lo posible, repara el daño causado.

No te quedes solo con palabras, tus acciones hablarán por si solas de lo que realmente hay en tu corazón.