Isaías 2:3  La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

Reinado universal de Dios y su juicio

 

 

 

Lo que[a] vio Isaías, hijo de Amoz, concerniente a Judá y Jerusalén.

Y acontecerá en los postreros días,
que el monte de la casa del Señor
será establecido como[b] cabeza de los montes;
se alzará sobre los collados,
y confluirán a él todas las naciones.
Vendrán muchos pueblos, y dirán:
Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob;
para que nos enseñe acerca de sus caminos,
y andemos en sus sendas.
Porque de Sion saldrá la ley[c],
y de Jerusalén la palabra del Señor.
Juzgará entre las naciones,
y hará decisiones por[d] muchos pueblos.
Forjarán sus espadas en rejas de arado,
y sus lanzas en podaderas.
No alzará espada nación contra nación,
ni se adiestrarán más para la guerra.

Casa de Jacob, venid y caminemos a la luz del Señor.
Ciertamente has abandonado a tu pueblo, la casa de Jacob,
porque están llenos de costumbres del oriente,
son adivinos como los filisteos,
y hacen tratos[e] con hijos de extranjeros.
Se ha llenado su tierra de plata y de oro,
y no tienen fin sus tesoros;
su tierra se ha llenado de caballos,
y no tienen fin sus carros.
También su tierra se ha llenado de ídolos;
adoran la obra de sus manos,
lo que han hecho sus dedos.
Ha sido humillado el hombre común,
y ha sido abatido el hombre de importancia;
pero no los perdones.
10 Métete en la roca, y escóndete en el polvo
del terror del Señor y del esplendor de su majestad.
11 La mirada altiva[f] del hombre será abatida,
y humillada la soberbia de los hombres;
el Señor solo será exaltado en aquel día.

12 Porque el día del Señor de los ejércitos vendrá
contra todo el que es soberbio y altivo,
contra todo el que se ha ensalzado,
y será abatido.
13 Y esto será contra todos los cedros del Líbano
altos y erguidos,
contra todas las encinas de Basán,
14 contra todos los montes encumbrados,
contra todos los collados elevados,
15 contra toda torre alta,
contra toda muralla fortificada,
16 contra todas las naves de Tarsis
y contra toda obra de arte preciada.
17 Será humillado el orgullo del hombre
y abatida la altivez de los hombres;
el Señor solo será exaltado en aquel día,
18 y los ídolos desaparecerán por completo.
19 Se meterán los hombres en las cuevas de las rocas
y en las hendiduras de la tierra[g],
ante el terror del Señor
y ante el esplendor de su majestad,
cuando El se levante para hacer temblar la tierra.
20 Aquel día el hombre arrojará a los topos y a los murciélagos,
sus ídolos de plata y sus ídolos de oro
que se había hecho para adorarlos;
21 y se meterá[h] en las cavernas de las rocas y en las hendiduras de las peñas,
ante el terror del Señor y ante el esplendor de su majestad,
cuando El se levante para hacer temblar la tierra.
22 Dejad de considerar al[i] hombre, cuyo soplo de vida está en su nariz;
pues ¿en qué ha de ser él estimado?

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

Jovenes Cristianos – PATEANDO EN CONTRA 2

Pasaje clave: Números 32.

 

Patear en contra de los deseos de Dios.

El deseo de Dios para el pueblo de Israel era introducirlos en la tierra prometida. Darles una nueva tierra por heredad y bendecirlos. Sin embargo dos tribus y media patearon en contra del deseo de Dios

¿Qué deseaban las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés y por qué? (32:1 al 5).

A Moisés no le agradó la propuesta de estas tribus. Él conocía el deseo de Dios. Moisés sabia que la tierra a la que iban era muchísimo mejor que la que deseaban ellos. Aunque ahora no lo supieran ésta elección les traería graves problemas en el futuro. Aún así, por su terquedad, Dios les concedió lo que deseaban.

Piénsalo.

Los deseos de Dios son buenos para nuestras vidas. Él no desea egoístamente. Él no desea nada malo ni caprichoso en contra nuestro. Su corazón nos ama profundamente. Sus deseos son lo mejor para nosotros.

¿Cómo podemos ser tan tercos en pensar o sentir que nuestros propios deseos son mejores que los de Dios cuando ni siquiera sabemos qué va a suceder con nuestras vidas en los próximos cinco minutos?

Dios, en cambio, conoce hasta el día de nuestra muerte y aún más allá.

 

 ¿Podrá equivocarse, errarle o meter la pata en su proyecto para nuestras vidas? ¡No! Absolutamente no.

¿Cuáles son las cosas que más deseas? ¿Es lo mismo que Dios desea para ti?

No te encapriches en tus propios deseos si no es lo que Dios desea, porque aunque Él no lo apruebe puede dártelo igualmente, pero el precio que pagarás será demasiado alto.

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números/Deuteronomio”

 

 

Por Edgardo Tosoni

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

¿Cuántos años vivirás?

 

Se cuenta que en una oportunidad, don Máximo Daglio, un hombre que a pesar de sus años avanzados trabajaba con mucho empeño de la obra del Señor, se encontró en la calle con una gitana que le quiso adivinar la suerte.


Creyéndolo presa fácil, la mujer le dijo:


- Abuelo, ¿quiere que le diga cuántos años va a vivir? A esta pregunta don Máximo respondió con otra:


- ¿Y usted cuánto piensa vivir?


- ¿Yo? – contestó la mujer- ¡Ah, espero vivir hasta los setenta!


- En cambio yo- dijo don Máximo- sé con toda seguridad que voy a vivir para siempre. La gitana le echó una mirada lastimosa, pensando sin duda que el pobre anciano ya no estaba en del todo en sus cabales. Cuando ya se disponía a partir en busca de un mejor cliente, don Máximo agregó:


- Si le digo a usted que viviré para siempre, es porque Jesús nos dejó esta promesa: “De cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24) Te has preguntado alguna vez, ¿cuántos años vas a vivir? Lo cierto es que el único que conoce el número de nuestros años en la tierra es Dios.

 

 Todos vamos a enfrentar la muerte algún día, más tarde o más temprano pero todos pasaremos por eso porque tan sólo somos peregrinos y extranjeros en la tierra.


Lo que realmente importa es si estás preparado para la eternidad, si has estado viviendo una vida recta delante de Dios y de los hombres, si has reconocido que sólo Jesús puede darte la salvación y vida eterna que necesitas.


Nadie quiere pensar en la muerte y muchos le temen porque desconocen qué hay después de la vida pero, si como don Máximo, tenemos la certeza y creemos en la promesa de Jesús, podemos vivir confiados de que este tiempo es de preparación, de tránsito y que no moriremos nunca.


“Los que viven solo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte; pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna”. Gálatas 6:8 (NTV)


No te preocupes tanto por las cosas terrenales y pon tu vida a cuentas con Dios y has su voluntad porque la eternidad te fue prometida.

 

 

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ