http://unencuentroconlapalabra1.jimdo.com/

http://unencuentroconlapalbra.blogspot.com.co/

https://www.facebook.com/unencuentroconlapalbra

http://www.amigosporisrael.org/

 

Génesis 26:28-31 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

Pacto entre Isaac y Abimelec

 

26 Entonces Abimelec vino a él desde Gerar, con su consejero[w] Ahuzat y con Ficol, jefe de su ejército. 27 Y les dijo Isaac: ¿Por qué habéis venido a mí, vosotros que me odiáis y me habéis echado de entre vosotros? 28 Y ellos respondieron: Vemos claramente que el Señor ha estado contigo, así es que dijimos: “Haya ahora un juramento entre nosotros, entre tú y nosotros, y hagamos un pacto contigo, 29 de que no nos harás ningún mal, así como nosotros no te hemos tocado y[x] sólo te hemos hecho bien, y te hemos despedido en paz. Tú eres ahora el bendito del Señor.”30 Entonces él les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31 Y se levantaron muy de mañana y se hicieron mutuo juramento; entonces Isaac los despidió y ellos partieron de su lado en paz. 32 Y sucedió que aquel mismo día los siervos de Isaac llegaron y le informaron acerca del pozo que habían cavado, y le dijeron: Hemos hallado agua. 33 Y lo llamó Seba[y]; por eso el nombre de la ciudad es Beerseba[z] hasta hoy.

34 Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con[aa] Judit, hija de Beeri hitita, y con Basemat, hija de Elón hitita; 35 y ellas hicieron la vida insoportable[ab] para Isaac y Rebeca.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

¿Cómo Se Producen Los Cambios En La Vida Cristiana?
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0


“…SOMOS TRANSFORMADOS A SU GLORIOSA IMAGEN” (2 Corintios 3:18 NTV)

Los cambios se producen con las crisis. Dios cambió el nombre de Jacob, que significa “impostor”, por Israel, cuyo significado es “el que reina con Dios”. Eso ocurrió en medio de una crisis. Cuando Jacob supo que tenía que volver a su tierra y enfrentarse a la ira de su hermano Esaú, con quien se había portado muy mal, se angustió.

Aquella noche en su tienda luchó contra el ángel del Señor. Sin embargo el cambio no vino rápida ni fácilmente, ya que la Biblia dice que peleó hasta el amanecer. Jacob pronto comprendió que estaba batallando con Dios y que era una lucha que no podía ganar. De la misma forma, Dios dejará que batalles con un asunto que no puedes resolver a fin de captar tu atención. Te llevará al momento en que digas: “No puedo soportar esta situación. Es demasiado para mí. ¡Necesito a Dios!”.

Si así te sientes hoy, estás a punto de llegar a un momento crítico de cambio, pero si le estás pidiendo a Dios que te haga sentir cómodo en medio de la prueba, olvídalo, eso no va a suceder. “Como un águila que agita el nido … sólo el Señor lo guiaba” (Deuteronomio 32:11-12 CST). El águila vuelca el nido y empuja a sus polluelos por un acantilado para enseñarles a volar. ¿Te imaginas lo que deben pensar las avecillas? “¡Es mi madre la que nos hace esto!”. De esta forma hará Dios contigo. Permitirá que pases por alguna crisis para llamar tu atención. Él sabe que no cambiarás hasta que el dolor que estás experimentando sobrepase al miedo de cambiar. La conclusión es: “El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a Él a medida que somos transformados a Su gloriosa imagen” (2 Corintios 3:18 NTV).

“… ¡NO TE SOLTARÉ HASTA QUE ME BENDIGAS!” (Génesis 32:26 NVI)

Los cambios ocurren cuando hay compromiso. Cuando Jacob se dio cuenta de que estaba luchando con el ángel del Señor, dijo: “¡No te soltaré hasta que me bendigas!”. Eso es lo que hace falta: compromiso. Jacob era comprometido e insistente; no se le quitaba algo de la cabeza hasta que encontraba la forma de conseguirlo. No le agradaba en absoluto la situación en la que se encontraba (a lo mejor a ti tampoco te gusta donde estás), pues era frustrante y lo estaba abrumando. Sin embargo, estaba totalmente empeñado en aguantar hasta que Dios cambiara las cosas y lo favoreciera. Cuando Dios capta nuestra atención en medio de una crisis, no siempre la resuelve de inmediato sino que espera a ver si somos comprometidos.
Estamos tan condicionados a tener las cosas al momento (comida instantánea, acceso a Internet en un instante, éxito inmediato, etc.) que cuando no recibimos una respuesta rápida a nuestras oraciones o experimentamos un cambio radical instantáneo, decimos: “Olvídalo Señor”. Fíjate que no te metiste en este problema de repente, por lo que tampoco saldrás de él de inmediato. A veces Dios tiene que eliminar nuestras debilidades capa por capa. Los expertos nos dicen que se necesitan seis semanas para que algo se convierta en un hábito. Adquiere el hábito de orar y leer la Biblia a diario y de aprender a amar a tu cónyuge de nuevo. Seis semanas, 42 días, más de mil horas; y satanás hará lo que pueda para impedirlo. Entonces, ¿qué debes hacer? Pasar tiempo con Dios. “Mas los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:31).

“ —¿CÓMO TE LLAMAS? LE PREGUNTÓ EL HOMBRE. ME LLAMO JACOB RESPONDIÓ” (Génesis 32:27 NVI)

Los cambios se producen con la confesión. Al identificarse a sí mismo como “Jacob”, cuyo significado es “impostor”, el patriarca bíblico estaba admitiendo su defecto. Esta es una parte importante del proceso que Dios usa para transformarnos, ya que nunca cambiamos hasta que afrontamos y reconocemos con franqueza nuestros fallos, pecados, debilidades y errores. Necesitamos decir: “Señor, tengo un problema. Estoy metido en un lío y reconozco que me equivoqué”. Ahí Dios interviene. ¿Te has dado cuenta de lo fácil que es poner excusas? Somos expertos en culpar a otros y en decir cosas como: “No es mi culpa, sino del ambiente en donde me crié; mis padres son responsables”; o también: “Mi jefe tiene la culpa del problema que tengo en el trabajo”

¿Por qué actuamos y hablamos de esta manera?
Porque nos cuesta mucho reconocer nuestros errores y defectos y porque nos da miedo pedir ayuda. ¿Por qué necesitamos confesar nuestras faltas a Dios? ¿Para hacerle saber lo que ha ocurrido? En absoluto. ¡Dios lo sabe todo!
Cuando le confesamos nuestros pecados, Él no se sorprende porque conoce nuestros problemas de principio a fin. El motivo de la confesión es que Él quiere que reconozcamos: “Señor, tienes razón. Tengo un problema; me he equivocado”.
Admitir nuestros errores es humillante, pero una vez que lo hacemos, Dios nos brinda Su fortaleza, con la cual vamos a mejorar. A partir de ahí, comenzamos a ser la persona que siempre hemos querido ser. Dios te ama tal y como eres, pero te quiere demasiado como para dejarte en el estado en el que te encuentras.

“JACOB LLAMÓ A ESE LUGAR PENUEL, PORQUE DIJO: «HE VISTO A DIOS CARA A CARA…»” (Génesis 32:30 NVI)

Los cambios se producen con la cooperación. Dios comenzó a cambiar a Jacob en el momento en que este reconoció quién era y se dispuso a colaborar en el plan del Señor. Por esta razón, Jacob llamó al lugar donde luchó con el ángel “Penuel”(Peniel), que significa “rostro de Dios”. Tarde o temprano, todos tendremos que encontrarnos cara a cara con Dios, y solo entonces Él nos podrá cambiar. El mensaje de Dios a Jacob fue:

“Ahora podemos emprender cosas juntos. Colabora conmigo y confía en mí. Haré los cambios que deseas y te bendeciré”. Fíjate en que Dios no dijo: “Esfuérzate y usa tu fuerza de voluntad para ser perfecto”; porque el Señor sabe que eso no funciona. La fuerza de voluntad por sí sola no genera una transformación permanente en nuestras vidas, pues únicamente trata con las circunstancias externas. La motivación interior provoca un cambio duradero, y eso es de lo que Dios se hace cargo.

Él le dijo a Jacob: “Ya no te llamarás Jacob, sino Israel…” (Génesis 32:28 NVI); y nunca este hombre volvería a ser el mismo. Una vez que tienes un encuentro personal con el Dios viviente, Él te cambia como lo hizo con Jacob. Dios vio su potencial, y Jacob pasó de ser “impostor” a “príncipe”. El Señor miró más allá de las apariencias de alguien que se presentaba como un tipo duro y curtido por la vida.

Dios vio todas sus debilidades, pero también lo que había detrás de la fachada: “Ese no eres tú Jacob, sino que eres un Israel, un príncipe”. Y lo mismo ocurre con cada uno de nosotros: “…Somos … herederos … y coherederos con Cristo … también tendremos parte con Él en Su gloria” (Romanos 8:16-17 NVI).
Como bien escribe Pablo: “El que comenzó tan buena obra en vosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6 CST).

“…SE FUE COJEANDO DEBIDO A SU CADERA DISLOCADA” (Génesis 32:31 NTV)

La Biblia dice: “El sol salía cuando Jacob dejó Peniel y se fue cojeando debido a su cadera dislocada” (Génesis 32:31 NTV). Este dato es importante, ya que el músculo del muslo es uno de los más fuertes del cuerpo humano. Para llamar la atención de Jacob, Dios tuvo que llegar al punto de debilitar su fuerza física. Una vez que empezamos a pensar: “Soy realmente bueno en esto, este es mi punto fuerte”, quizás Dios tenga que tocar precisamente eso para atraer nuestra atención. La cojera de Jacob le sirvió como recordatorio permanente de que ya no tenía que confiar más en sí mismo sino en el poder y en la fuerza de Dios. Gracias a eso, se convirtió en una persona más fuerte.

Recuerda que cada vez que Jacob tenía problemas lo primero que hacía era darse media vuelta y huir. ¿Te suena? ¿Haces tú lo mismo? Dios tuvo que decir: “Sé cómo ocuparme de esto; ¡haré que cojee!” y para el resto de su vida hubo de enfrentarse a los problemas no en sus fuerzas sino con la fortaleza de Dios. ¿Y tú? ¿Qué es lo que más te gustaría cambiar de tu vida? ¿Quieres que Dios te ayude? Él lo hará, pero a Su manera. Te hará pasar por el proceso mencionado en estudios anteriores: la crisis, la confesión, la cooperación y tendrás que demostrar compromiso. Pero cuando te cambie, será para siempre. No te tendrás que preocupar de si tienes suficiente fuerza de voluntad, porque vas a cooperar con Dios, descansando y confiando solo en Él.

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFXLEION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Rendido.

“Es mejor sentarse a observar el partido, que ser un jugador, posiblemente el equipo pierda por culpa mía o no sea capaz de meter un gol y no quiero arriesgarme.”

¿Alguna vez has pensado de esta manera? Estos son los pensamientos de una persona derrotada que aún sin haber intentado jugar ya piensa que va a perder.

A veces actuamos como personas derrotadas, no deseamos implicarnos en el problema ni nos arriesgamos a actuar por miedo, preferimos no correr el riesgo, siendo espectadores de los logros de otras personas.
“Si no quieres fracasar, simplemente no hagas nada”

Las personas que nunca han fracasado, son aquellas que nunca han hecho nada, jamás han corrido riesgos en su vida y, por lo tanto, no conocen lo que es “meter la pata”, sufrir por haber tropezado; no conocerán el dolor de perder pero tampoco disfrutarán el increíble sentimiento de la victoria.

La vida es corta y creo que uno recuerda más aquellas vivencias que nos han marcado, tanto los fracasos como las victorias, aquellos eventos que nos hicieron tocar el fondo de nuestras emociones ¿Lo has sentido?

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:30

En el camino del Señor, Él desea que le entregues tu vida con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Esto significa que quiere verte en la cancha, sudando la camiseta y no simplemente sentado en la banca de la iglesia; que salgas a predicar, ores por los enfermos, por tus familiares, que apoyes a los que tienen necesidad, que madrugues para buscarlo.

Si estás enfrentando el dolor de no hacer nada, no pierdas más el tiempo y cambia tu mente ¡Vuélvete una persona activa y luchadora! Recuerda que los premios no son para los espectadores, sino por aquellos que se esfuerzan por alcanzar la meta. Si deseas recibir una respuesta o bendición de Dios, tendrás que preguntarte si has entregado tu vida con pasión.

¡Asume el reto y esfuérzate por ganar!

Shirley Chambi
CVCLAVOZ