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Números 13:23 La Biblia de las Américas (LBLA)

Los doce espías

 

13 Y el Señor habló a Moisés, diciendo: Tú mismo envía hombres a fin de que reconozcan la tierra de Canaán, que voy a dar a los hijos de Israel; enviarás un hombre de cada una de las tribus de sus padres, cada uno de ellos jefe entre ellos. Entonces Moisés los envió desde el desierto de Parán, al mandato[a] del Señor; todos aquellos hombres eran jefes de los hijos de Israel. Y estos eran sus nombres: de la tribu de Rubén, Samúa, hijo de Zacur; de la tribu de Simeón, Safat, hijo de Hori; de la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefone; de la tribu de Isacar, Igal, hijo de José; de la tribu de Efraín, Oseas, hijo de Nun; de la tribu de Benjamín, Palti, hijo de Rafú; 10 de la tribu de Zabulón, Gadiel, hijo de Sodi; 11 de la tribu de los hijos de José: de la tribu de Manasés, Gadi, hijo de Susi; 12 de la tribu de Dan, Amiel, hijo de Gemali; 13 de la tribu de Aser, Setur, hijo de Micael; 14 de la tribu de Neftalí, Nahbi, hijo de Vapsi;15 de la tribu de Gad, Geuel, hijo de Maqui. 16 Así se llamaban[b] los hombres a quienes Moisés envió a reconocer la tierra; pero a Oseas, hijo de Nun, Moisés lo llamó Josué.

17 Cuando Moisés los envió a reconocer la tierra de Canaán, les dijo: Subid allá[c], al Neguev[d]; después subid a la región montañosa. 18 Ved cómo es la tierra, y si la gente que habita en ella es fuerte o débil, si son pocos o muchos; 19 y cómo es la tierra en que viven, si es buena o mala; y cómo son las ciudades en que habitan, si son como[e] campamentos abiertos o con fortificaciones; 20 y cómo es el terreno, si fértil o estéril[f]. ¿Hay allí árboles o no? Procurad obtener[g] algo del fruto de la tierra. (Aquel tiempo era el tiempo de las primeras uvas maduras.)

21 Entonces ellos subieron y reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, en Lebo-hamat[h]. 22 Y subieron por el Neguev, y llegaron[i] hasta Hebrón, donde estaban Ahimán, Sesai y Talmai, los descendientes[j] de Anac. (Hebrón fue edificada siete años antes que Zoán en Egipto.)

23 Y llegaron hasta el valle[k] de Escol[l] y de allí cortaron un sarmiento con un solo racimo de uvas; y lo llevaban en un palo entre dos hombres, con algunas de las granadas y de los higos. 24 A aquel lugar se le llamó el valle[m] de Escol por razón del racimo que los hijos de Israel cortaron allí.

25 Y volvieron de reconocer la tierra al cabo de cuarenta días, 26 y fueron y se presentaron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel en el desierto de Parán, en Cades; y les dieron un informe[n] a ellos y a toda la congregación, y les enseñaron el fruto de la tierra. 27 Y le contaron a Moisés, y le dijeron: Fuimos a la tierra adonde nos enviaste; ciertamente mana leche y miel, y este es el fruto de ella.28 Sólo que es fuerte el pueblo que habita en la tierra, y las ciudades, fortificadas y muy grandes; y además vimos allí a los descendientes[o] de Anac. 29 Amalec habita en la tierra del Neguev, y los hititas, los jebuseos y los amorreos habitan en la región montañosa, y los cananeos habitan junto al mar y a la ribera del Jordán.

30 Entonces Caleb calmó al pueblo delante de[p] Moisés, y dijo: Debemos ciertamente subir y tomar posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos. 31 Pero los hombres que habían subido con él dijeron: No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 32 Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura. 33 Vimos allí también a los gigantes[q] (los hijos de Anac son parte de la raza de los gigantes[r]); y a nosotros nos pareció que[s] éramos como langostas; y así parecíamos[t] ante sus ojos.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Amados, yo os ruego que os abstengáis de los deseos carnales. 1 Pe. 2:11
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Devocional Diario 0


1 Pe. 2:11 Amados, yo os ruego que os abstengáis de los deseos carnales..

Como discípulos del Señor Jesucristo, tenemos el regalo de la salvación, la presencia en nosotros del Espíritu Santo y una esperanza renovada para nuestras vidas. Más aún, podemos luchar con nuestra carne o naturaleza pecaminosa como cualquier otra persona. Ser cristiano no nos aleja de desear lo que sabemos que es pecado. Muchos creyentes luchan todos los días con lujuria, glotonería o exceso de diversión, ira desenfrenada, egoísmo, etc. Cuanto más negamos nuestras luchas, más poder les entregamos.

Quiero darte una clave el día de hoy y decirte que, hay una salida. En 1 Corintios 10:13 sabemos que “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

Dios nos da un camino para mantener nuestra carne en línea si estamos dispuestos a andar en justicia y pureza. ¿Cómo podemos controlar nuestra carne?

Pues, puedes empezar siguiendo estos 3 pasos:

1. Confesión – admitir que tenemos un problema y pedir el perdón de Dios.

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

2 Redirección – redireccionar activamente nuestras mentes lejos de nuestra tentación, conociendo y haciendo la palabra de Dios.

No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que al poneros a prueba podáis discernir cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta “(Romanos 12:2).

3 Santificación – alejarnos de aquellas personas o cosas que continuamente nos hacen caer.

Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”(Santiago 1:21-22).

Oración:
Amado Dios, quiero ser libre de vivir bajo los designios de mi carne. Oro por Tu ayuda divina para vencer mis tentaciones. En el nombre de Jesús, amén

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


De qué sirve tener todo y perder la vida.

Podemos tener dinero, cosas materiales, títulos y todos los lujos del mundo, pero si Cristo no está en nuestro corazón, nuestra vida no tiene sentido ni tendrá un final feliz.

“Jesús dijo: ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida?” Marcos 8:36 (DHH)

Salomón, un hombre lleno de sabiduría, expresó lo siguiente: “Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer. Hasta descubrí que me daba gran satisfacción trabajar mucho, la recompensa de toda mi labor; pero al observar todo lo que había logrado con tanto esfuerzo, vi que nada tenía sentido; era como perseguir el viento. No había absolutamente nada que valiera la pena en ninguna parte”. Eclesiastés 2:10-11 (NTV)

Es hora de reflexionar y hacernos la siguiente pregunta: ¿Me esfuerzo por obedecer a Dios y descansar en sus promesas o mi preocupación es por la vida física y cosas materiales?

Nuestro Señor Jesucristo fue claro al decir que “todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.”(Marcos 8:35). Si haz recibido mediante la fe a Jesús en tu corazón, estarás seguro que nada tiene más alto valor que obedecer a Dios.

Recuerda que el Señor conoce tu corazón y tú sabes cómo estás delante de Él. Te animo a apartar un tiempo este día para estar a cuentas con Dios, sé sincero con Él y pídele perdón.

“Yo conozco tus obras… Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:15-20 (RVR1960)

No olvides que todo aquél que se arrepiente y vive en obediencia a la palabra de Dios pasa de muerte a vida eterna.

Oremos:

"Señor, me acerco a ti porque sé que te necesito, perdóname por darle más importancia a las cosas de este mundo y restarle valor a las cosas celestiales. Hoy decido renunciar a todo aquello que me aleja de ti y empezar a seguirte en obediencia. Gracias por tu misericordia y amor. Amén."

 

 

Diego Jora
CVCLAVOZ