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Isaías 6:2,3,6  La Biblia de las Américas (LBLA)

Visión de Isaías

En el año de la muerte del rey Uzías[a] vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo. Por encima de Él había[b] serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo[c]:

Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos,
llena está toda la tierra de[d] su gloria.

Y se estremecieron los cimientos[e] de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije:

¡Ay de mí! Porque perdido estoy,
pues soy hombre de labios inmundos
y en medio de un pueblo de labios inmundos habito,
porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos.

Entonces voló hacia mí uno de los serafines con un carbón encendido en su mano, que había tomado del altar con las tenazas; y con él tocó mi boca, y dijo: He aquí, esto ha tocado tus labios, y es quitada tu iniquidad y perdonado[f] tu pecado. Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí. Y Él dijo:

Ve, y di a este pueblo:
«Escuchad bien, pero no entendáis;
mirad bien, pero no comprendáis».
10 Haz insensible[g] el corazón de este pueblo,
endurece[h] sus oídos,
y nubla[i] sus ojos,
no sea que vea con sus ojos,
y oiga con sus oídos,
y entienda con su corazón,
y se arrepienta y sea curado.

11 Entonces dije yo:

¿Hasta cuándo, Señor? Y Él respondió:
Hasta que las ciudades estén destruidas y sin habitantes,
las casas sin gente,
y la tierra completamente desolada;
12 hasta que el Señor haya alejado a los hombres,
y sean muchos los lugares abandonados[j] en medio de la tierra.
13 Pero aún quedará una décima parte en ella,
y esta volverá a ser consumida
como el roble o la encina,
cuyo tronco[k] permanece cuando es cortado:
la simiente santa será su tronco[l].

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


¿Sientes angustia por el COVID-19?

Es inevitable sentir angustia por el virus conocido recientemente ante el mundo como coronavirus, que causa la enfermedad infecciosa COVID-19. Se han tomado medidas de prevención en los diferentes países y cada uno asume las medidas correspondientes para protegerse y cuidar a su familia, pero aún así, ¿Te sientes seguro?

En este tipo de situaciones también es inevitable mencionar al Señor. A pesar de todo lo que se diga sobre el origen de esta pandemia, recordemos que en tiempos antiguos igualmente sufrían enfermedades y pestes, donde moría gran cantidad de personas; pero recibían el milagro del cielo cuándo se acercaban nuevamente al Señor.

Sin embargo, el Señor nos sigue dando otra oportunidad. La Biblia dice: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14

Este pasaje de las escrituras es bastante claro, si queremos recibir sanidad de este virus para nuestra tierra, primero debemos tomar la decisión de acercarnos nuevamente al Altísimo, humillarnos delante de Él y arrepentirnos de los malos pasos que hemos dado; entonces, Dios nos escuchará, nos perdonará y volverá a protegernos.

Por consiguiente, te animo a orar en el lugar que te encuentras para acercarte a Dios; no olvides que países de gran potencia no han podido detener el virus. Deja de confiar en las personas y pide al Señor que tenga misericordia de nosotros y de nuestras familias.

Shirley Chambi
CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Perdonando a los demás.

“La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.” Proverbios 19:11(RV60)

¿Te ofendiste cuando no te hicieron caso? ¿O cuándo no te tomaron en cuenta? Quizás te sentiste mal cuando hirieron tus sentimientos con cosas que dijeron o cuando te trataron mal.

No eres el único, muchos atravesamos por esas circunstancias que duelen y que si no las sabemos confrontar, pueden traer consecuencias nefastas; lo mejor será tener la autodisciplina para perdonar, lo que se consigue con una constante relación con Dios.
Perdonar es redimir a otros del rencor que te generaron y liberarte del daño que la amargura podría causar en ti, perdonar librará tu alma del dolor. Pero, ¿Cuánto debemos perdonar?

La Biblia menciona lo siguiente en Mateo 18:22 (RV60): “Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”

Dios perdona nuestras faltas continuamente y nosotros debemos seguir su ejemplo diariamente. Pueden suceder muchas cosas durante el día que te lleven al límite, pero tienes que tomar la decisión correcta y perdonar siempre.

“soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. Colosenses 3:13 (RV60)

Perdonar es una muestra de la gracia del Señor en tu vida; Dios te perdonó, nos perdonó, somos inmerecedores de su gracia pero aun así entregó a su hijo Jesús, quien tomó nuestro lugar. Recuerda que la paga del pecado es muerte, pero por el sacrificio de Cristo alcanzamos la vida eterna.

La Biblia dice: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.” Marcos 11:25 (RV60)

Incorporar el perdón a los demás en las oraciones de cada día es algo bueno, perdonar y pedir perdón debe ser una práctica disciplinada, dejando de lado las emociones dañinas como la ira y buscando la templanza. Recuerda que la palabra de Dios también dice: “no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.” 1 Pedro 3:9 (RV60)

Amas a tu enemigo cuando perdonas de corazón y si esto te cuesta cuéntale a Dios lo que experimentas y que su indescriptible paz se apodere de ti para que Él te ayude a perdonar.

Carlos E. Encinas
CVCLAVOZ