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Salmos 136:25  La Biblia de las Américas (LBLA)

Gratitud por la misericordia del Señor para con Israel

 

 

136 Dad gracias al Señor porque El es bueno,
porque para siempre es su misericordia.
Dad gracias al Dios de dioses,
porque para siempre es su misericordia.
Dad gracias al Señor de señores,
porque para siempre es su misericordia.
Al único que hace grandes maravillas,
porque para siempre es su misericordia.
Al que con sabiduría[a] hizo los cielos,
porque para siempre es su misericordia.
Al que extendió la tierra sobre las aguas,
porque para siempre es su misericordia.
Al que hizo las grandes lumbreras,
porque para siempre es su misericordia:
el sol para que reine de[b] día,
porque para siempre es su misericordia;
la luna y las estrellas para que reinen de[c] noche,
porque para siempre es su misericordia.

10 Al que hirió a Egipto en sus primogénitos,
porque para siempre es su misericordia;
11 y sacó a Israel de en medio de ellos,
porque para siempre es su misericordia,
12 con mano fuerte y brazo extendido,
porque para siempre es su misericordia.
13 Al que dividió en dos partes el mar Rojo[d],
porque para siempre es su misericordia,
14 e hizo pasar a Israel por en medio de él,
porque para siempre es su misericordia;
15 mas a Faraón y a su ejército destruyó[e] en el mar Rojo[f],
porque para siempre es su misericordia.
16 Al que condujo a su pueblo por el desierto,
porque para siempre es su misericordia;
17 al que hirió a grandes reyes,
porque para siempre es su misericordia;
18 y mató a reyes poderosos[g],
porque para siempre es su misericordia;
19 a Sehón, rey de los amorreos,
porque para siempre es su misericordia,
20 y a Og, rey de Basán,
porque para siempre es su misericordia;
21 y dio la tierra de ellos en heredad,
porque para siempre es su misericordia,
22 en heredad a Israel su siervo,
porque para siempre es su misericordia.

23 El que se acordó de nosotros en nuestra humillación[h],
porque para siempre es su misericordia,
24 y nos rescató de nuestros adversarios,
porque para siempre es su misericordia.
25 El que da sustento a toda carne,
porque para siempre es su misericordia.
26 Dad gracias al Dios del cielo,
porque para siempre es su misericordia.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Pregunta Cristiana: “¿Por qué permite Dios que les sucedan cosas malas a la gente buena? “
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Los Cristianos, Respuestas Cristianas 0


¿Por qué permite Dios que les sucedan cosas malas a la gente buena?

Pregunta Cristiana: “¿Por qué permite Dios que les sucedan cosas malas a la gente buena? “

Respuesta: ¿Por qué les suceden cosas malas a la gente buena? Esa es una de las preguntas más difíciles en toda la teología. Dios es eterno, infinito, omnisciente, omnipotente, etc. ¿Por qué nosotros como seres humanos (no eternos, ni infinitos, ni omniscientes, ni omnipresentes, ni omnipotentes) esperamos poder comprender plenamente los designios de Diosí El libro de Job diserta sobre este asunto. Dios le permitió a Satanás hacer todo lo que él quería a Job, excepto matarlo. ¿Cuál fue la reacción de Job? “He aquí, aunque Él me matare, en Él esperaré” (Job 13:15). “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Job no comprendía el por qué Dios había permitido las cosas que le sucedían, pero él sabía que Dios era bueno y por lo tanto continuó confiando en Él. Básicamente, esa debería ser también nuestra reacción. Dios es bueno, justo, amoroso y misericordioso. Con frecuencia nos suceden cosas que simplemente no podemos comprender. Sin embargo, en vez de dudar de la bondad de Dios, nuestra reacción debe ser de confianza en Él. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).

Tal vez una mejor pregunta sería, “¿Por qué le suceden cosas buenas a gente mala?” Dios es santo (Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8) Los seres humanos somos pecadores (Romanos 3:23; 6:23). ¿Quieres saber cómo ve Dios a la humanidad? “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta. Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre. Quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18). Cada ser humano en este planeta merece ser echado al infierno en este preciso momento. Cada segundo que seguimos vivos es solo por la gracia de Dios. Aún la más terrible miseria que pudiéramos experimentar en este planeta, es misericordia comparado con lo que merecemos, la condenación eterna en el lago de fuego del infierno.

“Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8). A pesar de la naturaleza malvada, vil, y pecadora de la gente de este mundo, Dios aún nos ama. El nos amó lo suficiente para sufrir Él mismo la pena de muerte que merecemos por nuestros pecados (Romanos 6:23). Todo lo que tenemos que hacer es creer en Jesucristo (Juan 3:16; Romanos 10:9) para ser perdonados y tener la vida eterna en el cielo (Romanos 8:1). Lo que merecemos es = el infierno. Lo que se nos da es = vida eterna en el cielo si solo creemos. Se ha dicho que este mundo es el único infierno que los creyentes experimentarán, y que este mundo es el único cielo que los no creyentes experimentarán. La próxima vez que nos hagamos la pregunta, “¿Por qué Dios permite que le sucedan cosas malas a la gente buena”?, quizá deberíamos más bien preguntar, “¿Por qué Dios permite que le sucedan cosas buenas a la gente mala?”

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


¿Estás pensando vengarte?

Cuenta una historia que hace muchos años el favorito de un sultán tiró una piedra a un dervis (Un monje turco o persa que profesa la pobreza extrema) El ultrajado recogió la piedra sin decir nada y se la guardó, pensando: “Con ella me vengaré cuando se presente la ocasión”

Pasado cierto tiempo, un día oyó un gran griterío en la calle; el favorito había caído en desgracia y era conducido sobre un camello y expuesto a los insultos de la multitud por orden del sultán.

El dervis se dijo: “Ahora llegó la ocasión”, y corrió por la piedra que tenía guardada, pero volviendo en sí, la arrojó a un pozo, diciendo: “Ahora comprendo que jamás es justa la venganza; porque si nuestro enemigo es poderoso, entonces es imprudencia y locura, si desgraciado, es bajeza y crueldad”

¿Estás pensando en vengarte? Todos en alguna oportunidad hemos tenido ganas de hacer justicia con nuestras propias manos cuando en mayor o menor medida nos hemos visto afectados por alguien.

No des lugar a pensamientos de venganza, recuerda lo que dice Romanos 12:19:

“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (RVR1960)

Dios paga a cada uno de acuerdo a sus actos, Él es el mejor Juez y conoce los corazones de cada uno de nosotros, si le entregamos nuestra causa, Dios se encargará de hacernos justicia a su debido tiempo.

No permitas que la amargura o el rencor aniden en tu corazón alimentados por un deseo de venganza; entrégale a Dios tu problema y descansa en Él porque su justicia es perfecta y verás la mano de Dios obrando a tu favor.

Recuerda que muchas veces, cuando actuamos dirigidos por el simple deseo de venganza, obramos ciegamente y sin sabiduría al calor de nuestras emociones. Al querer vengarnos, corremos el riesgo de caer en lo que decía el dervis de la historia: “Ahora comprendo que jamás es justa la venganza; porque si nuestro enemigo es poderoso, entonces es imprudencia y locura, si desgraciado, es bajeza y crueldad”.

No es tarea nuestra tomar venganza, mejor es esperar en Dios, permitiendo que los malos sentimientos desaparezcan y su paz invada nuestras vidas.

Confía en Dios y permite que Él sea quien te defienda.

 

 

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ