http://unencuentroconlapalabra1.jimdo.com/

http://unencuentroconlapalabra.blogspot.com.co/

facebook un encuentro con la palabra

http://www.amigosporisrael.org/

 

 

Salmos 23:2 La Biblia de las Américas (LBLA)

El Señor es mi pastor

 

 

Salmo de David.

23 El Señor es mi pastor,
nada me faltará[a].
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
junto a aguas de reposo me conduce.
El restaura[b] mi alma;
me guía por senderos de justicia[c]
por amor de su nombre.

Aunque pase por el valle de sombra de muerte[d],
no temeré mal[e] alguno, porque tú estás conmigo;
tu vara y tu cayado me infunden aliento[f].
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;
has ungido[g] mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente[h] el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor moraré[i] por largos días.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

¿Cómo Llevar Tus Sufrimientos a Jesús?
Publicado por: Devocionales en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0

 

 


SUFRIMIENTOS : UNA MUJER QUE HABÍA ESTADO SUFRIENDO (Mateo 9:20 Biblia de las Américas).

¿Hay aspectos de tu vida por los que has estado sufriendo durante tanto tiempo que te han dejado exhausto?. ¿Son como un recordatorio continuo de que has probado toda clase de remedios y que nada ha funcionado?. ¿Te susurran al oído: “Estoy aquí para quedarme, más vale que te acostumbres”. A lo mejor te has dicho: “Pensé que a estas alturas mi matrimonio ya habría sido restaurado. Tal vez me habría sanado de esta enfermedad, o ya habría salido de la deuda, o esa puerta a la que he estado llamando se habría abierto. Pero nada de eso ha ocurrido y te sientes desanimado. Si te hallas en esa situación, haz lo que hizo la mujer de la Biblia:

He aquí, una mujer que había estado sufriendo por doce años decía para sí: Si tan sólo toco su manto, sanaré. (Mateo 9:20-21 
Esta mujer llena de sufrimiento tenía tres alternativas; podía haberse dicho a sí misma:

1) Nada va a cambiar.
2) Con semejantes multitudes, Jesús no se va a dar cuenta de mí.
3) Si tan sólo toco su manto, sanaré. Y escogió la tercera; ¡tú debes hacer lo mismo! Rechaza los pensamientos negativos, acalla tus dudas, empieza a proclamar palabras de fe y muévete en la dirección de Dios.

¿Cómo Llevar Tus Sufrimientos a Jesús?
Escribe Mateo: Para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias (Mateo 8:17).

Jesús te ama y quiere restaurarte completamente. Tu pasado no cuenta, ni tampoco las actuales circunstancias. Lo único que importa es que lo toques por fe. Jesús te dice las mismas palabras que a la mujer de la Biblia: “Tu fe te ha salvado. Vete en paz” (Marcos 5:34). Por lo tanto, trae todos tus sufrimientos a Jesús y recibe su toque divino.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

Y tú ¿De qué te ríes?

 

"Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años, o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia.” (Romanos 4: 19-22)

Conocemos a Abraham como el padre de la fe, es el primer nombre que nos viene a la mente cuando pensamos en alguien que realmente le creyó a Dios sin dudar. Sin embargo, cuando Abraham recibió la promesa, de que sería padre de multitudes, no le fue tan fácil creer considerando su edad y la esterilidad de su esposa:
“Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?” Génesis 17:17.

Esto al menos nos muestra un Abraham un poco más terrenal, razonando o calculando como lo hacemos nosotros, pero también sobreponiéndose a la duda hasta transformarse en un verdadero campeón de la fe. Cuando Sara se enteró de la promesa también se rió: “Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi Señor ya viejo?” (Génesis 18:12).

Pablo no dice que Abraham creyó "en" Dios, obviamente ya creía en Él, sino que le "creyó a Dios". Había una actitud constante de creerle, se trataba de una vida de fe, en fidelidad y obediencia. Siempre creía lo que Dios le decía y por lo tanto le obedecía. (Hebreos 11:8-19).

El pasaje citado nos dice que la fe de Abraham le fue contada por justicia. También encontramos casi idéntica expresión en Génesis 15:6, Gálatas 3:6 y Santiago 2:23. En este último caso se agrega un elemento más, que por haberle creído, Abraham fue llamado amigo de Dios. Cuando Dios trataba con Abraham, todavía no existía la ley, ni la circuncisión, pero Dios lo llamó y Abraham obedeció, le dio una promesa y él la creyó. El resultado de esto es que Dios justificó a Abraham porque le creyó.

Sabemos que tenemos preciosas promesas de parte de Dios, pero muchas veces reaccionamos como Abraham o Sara, con una sonrisa de incredulidad, pensando ¿Cómo será posible semejante cosa?, analizamos y evaluamos con nuestras capacidades humanas y parece una locura.

Quizás alguien te dio una palabra y nunca la terminaste de creer, te hablan de sueños grandes y recibes el mensaje como si esto solo fuera aplicable a otros, pero no para ti. Seguramente Abraham también tuvo este tipo de pensamientos, él mismo hizo un análisis de situación que de ninguna manera alimentaba su esperanza de ser padre. Sin embargo no se quedó con la duda ni con el temor, sino que de todo corazón le creyó a Dios, le fue obediente, pudo ver las promesas cumplidas y además por esto Dios se lo contó por justicia.

Por lo tanto, abandonemos las sonrisas de incredulidad, no oigamos las palabras de quienes pretenden venir a desanimarnos diciendo que es imposible, tomemos hoy el ejemplo de Abraham que creyó en esperanza contra esperanza. (Romanos 4:18).

 

 

 

 

Daniel Zangaro
CVCLAVOZ