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1 Tesalonicenses 2:13 La Biblia de las Américas (LBLA)

Pablo da gracias por los tesalonicenses

 

 

 

13 Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis la palabra de Dios, que oísteis de nosotros la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis. 14 Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, porque también vosotros padecisteis los mismos sufrimientos a manos de vuestros propios compatriotas, tal como ellos padecieron a manos de los judíos, 15 los cuales mataron tanto al Señor Jesús como a los profetas, y a nosotros nos expulsaron[m], y no agradan a Dios sino que[n] son contrarios a todos los hombres, 16 impidiéndonos[o] hablar a los gentiles para que se salven, con el resultado de que siempre llenan la medida de sus pecados. Pero la ira ha venido sobre ellos hasta el extremo[p].

17 Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por breve tiempo[q], en persona[r] pero no en espíritu[s], estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ver vuestro rostro. 18 Ya que queríamos ir a vosotros (al menos yo, Pablo, más de una vez[t]) pero Satanás nos lo ha impedido. 19 Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No lo sois vosotros en la presencia de nuestro Señor Jesús en su venida[u]? 20 Pues vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo.

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

¿Cómo Superar La Ansiedad?
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Articulos Cristianos 2 Comentarios

“…NO OS ANGUSTIÉIS POR VUESTRA VIDA…” (Mateo 6:25)

 


Aquí tienes unas pautas para superar la ansiedad:

1) Habla con Dios.
No te lamentes porque se haya arruinado una inversión; pídele a Dios que te ayude. No te pasees desesperado por la sala de espera del hospital; ora para que salga bien la operación. “Echad toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).

2) Reduce el ritmo.
“Descansa en el Señor y pon en Él tu esperanza” (1 Pedro 5:7 BLP). El primer milagro de Jesús tuvo lugar en una boda. Se había acabado el vino, lo cual era un desastre en aquella época. María, en lugar de culpar al anfitrión por haber organizado mal la fiesta o a los invitados por haber bebido demasiado, tomó el atajo de ir a Jesús y Él le solucionó el problema. Tú también puedes hacer lo mismo. Evalúa tu problema y luego entrégaselo al Señor en oración.

3) No permitas que tus ansiedades te arrebaten lo mejor de ti.
Cuando se te posa un mosquito encima, no piensas: ‘Luego me encargo de él’. No; lo matas antes de que te pueda picar. Sé igual de decidido con tus preocupaciones. Solvéntalas en cuanto aparezcan. Antes de apresurarte a diagnosticar que ese lunar es un cáncer, háztelo mirar. En vez de suponer que nunca saldarás tus deudas, consulta a un asesor financiero. Haz algo, no te quedes mirando.

Horace Bushnell dijo: “La ansiedad está relacionada con la incredulidad y los miedos irracionales. No debemos darle cabida. La fe genuina en Dios la disipa”. Si cargas con la cruz de una preocupación excesiva por el futuro, debes saber que esta no proviene de Dios. Entrégale tu ansiedad al Señor y déjala con Él.

Y LA PAZ DE DIOS…GUARDARÁ VUESTROS CORAZONES…” (Filipenses 4:7)

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Hay tres pautas más que puedes seguir para vencer la ansiedad:

1) Enumera tus preocupaciones.
Durante una semana, haz una lista de las cosas que más te preocupan, ya sean los hijos, la salud, el dinero, el matrimonio o el trabajo. No las preocupaciones que surgen una sola vez y luego desaparecen, sino esas cosas que te angustian constantemente (Mateo 6:25). Haz un repaso y pregúntate cuántas de estas han llegado a suceder en la realidad. Charles Spurgeon dijo: “Las peores desgracias nunca ocurren… muchas de nuestras miserias residen en la previsión”.

2) Analiza tus preocupaciones.
Detectarás asuntos que te inquietan sin cesar y que pueden convertirse en obsesiones, como el qué dirán, el hecho de que haya enfermedades hereditarias en tu familia (el cáncer, el alzhéimer o problemas cardiovasculares…) o el miedo de no tener suficiente para vivir cuando seas mayor. Identifica cada miedo y ora de manera específica por él.

3) Vive el día a día. Dios ha prometido suplir tus necesidades cada día, no cada semana o año.
Te dará lo que necesites cuando lo necesites. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Un antiguo himno decía así: “No importa dondequiera esté, Jesús conmigo siempre está. Lo ha prometido, y tengo fe que su promesa cumplirá”.
En la Biblia, cuando aparece algo relacionado con las preocupaciones, casi siempre es para decirnos que no nos preocupemos. Si ves que la palabra “preocupación” está muy presente en tu vida, sustitúyela por el ánimo que Dios te da: “No te preocupes”. Filipenses 4:6-7 (CST) nos alienta: “No os inquietéis por nada; más bien, en toda ocasión, con oración… presentad vuestras peticiones a Dios…Y la paz de Dios… cuidará vuestros corazones” (Filipenses 4:7).

“…VUESTRO PADRE CELESTIAL YA SABE QUE LAS NECESITÁIS” (Mateo 6:32 BLP)
Anotemos dos pautas más para superar la ansiedad:

1) Pide ayuda.
Pablo escribió: “…De fuera, conflictos, y de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito” (2 Corintios 7:5-6). No eres el único; hay otros que se enfrentan a los mismos miedos. Si confiesas lo que te inquieta, eso pierde fuerza. Recuerda que “más valen dos que uno… si uno de ellos tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse!” (Eclesiastés 4:9-10). Comparte cómo te sientes con alguien de confianza y pídele que ore contigo. La gente está más dispuesta a ayudar de lo que te imaginas. Menos preocupaciones de tu parte suponen más felicidad de la suya.

2) Céntrate en Dios, no en ti.
Jesús concluye Su llamado a la calma con este desafío: “…Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:32-33). Si buscas riqueza, te preocuparás por cada euro. Si buscas salud, temerás cada rasguño o bultito en la piel. Si buscas popularidad, te obsesionarás con cada conflicto. Si buscas seguridad, te sobresaltarás con cada ramita que cruja. En cambio, si haces que cada día se centra en el reino de Dios “todas estas cosas [te] serán añadidas”. Un poeta anónimo escribió en inglés: “Dijo el petirrojo al gorrión: ‘Quisiera saber la razón de las prisas e inquietudes que al hombre tanto abruman’. Respondió al primero el gorrión: ‘Amigo, debe ser que a ellos les falta el Padre del cielo que de ti y de mí se ocupa’”.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

La oración de Moisés

 

 

El relato bíblico sobre la vida y llamamiento de Moisés, tiene bastantes pistas rápidas sobre la realidad en la relación de cualquier persona con Dios.

Quizás en nuestra mente veamos ese insigne varón como un ejemplo a seguir; la misma biblia lo llama “El hombre más humilde del mundo” (Números 12:3) y también es el único que ha podido ver (al menos) la espalda de Dios. Pero recordemos que al igual que nosotros, Moisés fue un hombre con temores, con defectos, con errores, con dudas y con muchas otras sensaciones que lo hacen igual a cualquiera.

En el libro de Éxodo en los capítulos 5 y 6 podemos leer el momento en el que Moisés le pide a Faraón que dejara ir al pueblo de Dios. Al escucharlo Faraón se negó rotundamente y aumentó la opresión a un extremo insostenible, al mismo tiempo que el pueblo Hebreo culpaba a Moisés haciéndolo responsable de todo aquel suplicio.

Cuando uno no ve resultados y tiene que enfrentar tanta oposición, no puede dejar de tomar ciertas posiciones: Enojarse definitivamente con todos y tomar otra actividad más tranquila, enojarse con Dios y pedirle que se busque a otro, sentirse profundamente frustrado y creer que uno al final entendió mal lo que Dios le había dicho que haga, y por último, (la menos probable) volver con humildad a Dios pidiéndole discernimiento sobre el difícil problema que está atravesando.

De esas 4 alternativas, cualquiera diría que la última es la actitud más cabal y correcta, pero la realidad es diferente. Normalmente las primeras tres son las reacciones más habituales de cualquier persona y Moisés, no fue excepción.

Éxodo 5:22-23 dice: “Entonces Moisés dijo al Señor en oración: Señor, ¿por qué tratas mal a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Desde que vine a hablar con el faraón en tu nombre, él ha maltratado aún más a tu pueblo, y tú no has hecho nada para salvarlo.” Versión Dios Habla Hoy (DHH)
Esa es la oración de un hombre desanimado, frustrado y con ganas de tirar la toalla.

Éxodo 6:12 agrega: “Pero Moisés le contestó al Señor: Ni siquiera los israelitas me hacen caso; ¿y cómo me va a hacer caso el faraón, si yo soy tan torpe para hablar?” Versión Dios Habla Hoy (DHH)
Una de las promesas bíblicas que más me gusta esta en Jeremías 29:13, en la que dice que Dios escucha cuando alguien clama a Él con todo su corazón. Esa promesa fue cumplida en la oración de Moisés. Dios Padre, con amor y paciencia, le explicó a su siervo todo lo que estaba ocurriendo (Éxodo 6:1-14).

Las circunstancias siempre nos causarán frustración, dolor, pesar, tristeza, coraje, etc. Todos esos sentimientos están muy ligados a una vida egocéntrica porque sólo nos permiten ver cómo todo afecta nuestra propia pasividad y/o confort.

Quizás lo más complicado en la vida es mantenernos centrados en Dios despejando por completo toda sensación de egoísmo, pero como dijimos antes, es muy difícil ver las circunstancias con otra perspectiva cuando el directamente afectado es uno mismo.

Dios sabe que es difícil para ti, sabe que las fuerzas te faltan y que cuesta ver todo con otros ojos. Pero aun así Él nos ama.

Deja atrás todos esos malos sentimientos que son como tapones en los oídos que no te dejan escuchar la voz de Dios, derrama en una humilde oración tu vida delante de Él exponiendo tu caso y espera una respuesta. Dios va responder con amor a tu clamor, así como lo hizo con Moisés. 
“No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.” Isaías 41:10 Versión Dios Habla Hoy (DHH)

 

 

 

 

 

Héctor Colque
CVCLAVOZ