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Isaías 41:1-20 La Biblia de las Américas (LBLA)

Promesa de ayuda a Israel

 

 

41 Guardad silencio ante mí, costas[a],
y renueven sus fuerzas los pueblos;
acérquense y entonces hablen,
juntos vengamos a juicio.
¿Quién ha levantado del oriente
al que El llama en justicia a sus pies[b]?
Ante El entrega naciones,
y a reyes somete.
Los deja como polvo con su espada,
como hojarasca dispersa con su arco.
Los persigue, pasando seguros
por una senda por donde no habían andado[c] sus pies.
¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado,
llamando a las generaciones desde el principio?
Yo, el Señor, soy el primero, y con los postreros soy.

Las costas[d] han visto y temen,
tiemblan los confines de la tierra,
se han acercado y han venido.
Cada uno ayuda a su prójimo,
y dice a su hermano: Sé fuerte.
El artífice anima al fundidor,
y el que alisa a martillo al que bate el yunque,
diciendo de la soldadura: Está bien.
Entonces[e] asegura su obra con clavos,
para que no se mueva.
Pero tú, Israel, siervo mío,
Jacob, a quien he escogido,
descendiente[f] de Abraham, mi amigo;
tú, a quien tomé de los confines de la tierra,
y desde sus lugares más remotos te llamé,
y te dije: “Mi siervo eres tú;
yo te he escogido y no te he rechazado:”
10 No temas, porque yo estoy contigo;
no te desalientes[g], porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré,
sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.
11 He aquí, todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y humillados[h];
los que contienden contigo serán como nada y perecerán.
12 Buscarás a los que riñen contigo, pero no los hallarás;
serán como nada, como si no existieran, los que te hacen guerra.
13 Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestra,
que te dice: “No temas, yo te ayudaré.”
14 No temas, gusano de Jacob, vosotros hombres de Israel;
yo te ayudaré —declara el Señor— y tu Redentor es el Santo[i] de Israel.
15 He aquí, te he convertido en trillo nuevo, cortante, de doble filo;
trillarás los montes y los harás polvo,
y los collados dejarás como hojarasca.
16 Los aventarás, el viento se los llevará,
y la tempestad los dispersará;
pero tú te regocijarás en el Señor,
en el Santo de Israel te gloriarás.

17 Los afligidos[j] y los necesitados buscan agua, pero no la hay,
su lengua está reseca de sed.
Yo, el Señor, les responderé,
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Abriré ríos en las alturas desoladas,
y manantiales en medio de los valles;
transformaré el desierto en estanque de aguas,
y la tierra seca en manantiales.
19 Pondré en los desiertos el cedro,
la acacia, el mirto y el olivo[k];
pondré en el yermo el ciprés,
junto con el olmo y el boj,
20 para que vean y entiendan,
consideren y comprendan a una
que la mano del Señor ha hecho esto,
que el Santo de Israel lo ha creado.

21 Presentad[l] vuestra causa —dice el Señor.
Exponed vuestros fuertes argumentos
—dice el Rey de Jacob.
22 Que expongan y nos declaren lo que ha de suceder.
En cuanto a los hechos anteriores, declarad lo que fueron,
para que los consideremos[m] y sepamos su resultado,
o bien, anunciadnos lo que ha de venir.
23 Declarad lo que ha de venir después,
para que sepamos que vosotros sois dioses.
Sí, haced algo bueno o malo, para que nos desalentemos[n] y temamos a una.
24 He aquí, vosotros nada sois,
y vuestra obra es vana;
abominación es el que os escoge.

25 Del norte levanté a uno, y ha venido;
del nacimiento del sol invocará mi nombre,
y vendrá sobre los gobernantes, como sobre lodo,
como el alfarero pisotea el barro.
26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que supiéramos,
o desde tiempos antiguos, para que dijéramos: Tiene razón?
Ciertamente no había quien lo anunciara,
sí, no había quien lo proclamara,
ciertamente no había quien oyera vuestras palabras.
27 Dije primero a Sion: “Mira, aquí están”,
y a Jerusalén: “Os daré un mensajero de buenas nuevas.”
28 Pero cuando miro, no hay nadie,
y entre ellos[o] no hay consejeros
a quienes, si les pregunto, puedan responder.
29 He aquí, todos ellos son falsos[p];
sus obras inútiles,
viento y vacuidad sus imágenes fundidas.

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

ELÍAS DIJO SIETE VECES: VUELVE A MIRAR – 1 Reyes 18:43 BDLA
Publicado por: Cristianos en Devocional Diario 0


“Levántate y vuelve a ir”

1 Reyes 18:43 “…ELÍAS DIJO SIETE VECES: VUELVE A MIRAR” (Biblia de las Américas)

El profeta Elías dijo al rey Acab que la sequía había llegado a su fin y que se acercaban las lluvias. Luego Elías dijo a su criado: “Sube ahora y mira hacia el mar”; así que esté subió, miró y dijo: “No hay nada”, y siete veces el profeta le dijo:
“Vuelve a mirar”.
Después de la séptima vez, dijo: “Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar”; entonces Elías le pidió:
“Ve y dile a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te lo impida. Entre tanto, aconteció que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo un gran aguacero” (1 Reyes 18:43-45).
Fíjate que Elías dijo siete veces: “Levántate y vuelve a ir”. ¡Tienes que persistir! Si no lo haces, te perderás lo que Dios tiene para ti. Además, si no reconoces los pequeños milagros, que son “como la palma de la mano de un hombre” y te regocijas en ellos, no llegarás a ver los más grandes, los que son fundamentales para tu futuro.

Beth Anne DeCiantes tenía que completar un maratón de 26 millas en menos de dos horas y 45 minutos para poder clasificarse para los Juegos Olímpicos. Llegó casi al final en 2 horas 43, faltándole dos minutos. A poco más de 100 metros de la meta, tropezó y se cayó.
Aturdida, se quedó en el suelo durante 20 segundos. El público le gritaba: ‘¡Levántate!’. Los segundos pasaban, ya faltaba menos de un minuto. Beth Anne se levantó con dificultad y comenzó a andar. Cuando faltaban cinco metros para la meta y diez segundos para recorrerlos, se volvió a caer. El público siguió animándola y la atleta cruzó la línea de meta gateando. ¿Cuál fue su marca? ¡2 horas, 44 minutos, 57 segundos!
La palabra para ti hoy es: “Levántate y vuelve a ir”.
– Dios Es Nuestro Pronto Auxilio En Las Tribulaciones” (Salmo 46:1)
– Vida Cristiana: ¡Mantén la antorcha encendida!
– ¿Cómo Tomar La Vida Con Más Calma Según La Biblia?
– [EL] PECADO QUE NOS ASEDIA (Hebreos 12:1)

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Título de honor.

 

 

El 14 de junio de 1917, el rey Jorge V en Inglaterra estableció un título de honor dirigido a las personas que no pertenecen a la monarquía o a la familia real. Se trata de un reconocimiento especial para ciudadanos civiles o militares que hicieron algo significativo por su país, ya sea dentro del campo de la ciencia, el arte, la política, los deportes, la literatura, etc.

Este reconocimiento concede el título de “Sir” (abreviatura de señor en inglés) dentro de la realeza británica a quien lo reciba. Algunas de las personas que ganaron este reconocimiento son: el científico Isaac Newton, el actor y comediante Charles Chaplin, el cineasta Alfred Hitchcock, el político y escritor Winston Churchill, el entrenador de futbol Alex Ferguson entre otros.

Las personas que recibieron esta condecoración han escrito su nombre en los libros de la corte suprema de ese país, ganándose el reconocimiento de sus compatriotas por haber puesto el nombre de su nación en alto.
Pero esto no es nada nuevo. Desde hace mucho tiempo Dios quiso otorgarnos un título dentro de su reino.

1 Juan 3:1 dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.” Versión Reina-Valera 1960

A diferencia del reconocimiento Inglés, para ser nombrado “Hijos de Dios” y pertenecer a Su familia no tuvimos que hacer nada, Jesús hizo todo lo que se debía hacer en la Cruz del calvario dejándonos como única responsabilidad el decidir si queremos o no aceptar ese regalo.

Contrario a los títulos de este mundo que muchas veces son entregados para designar posiciones de superioridad en comparación al resto, el regalo que Dios nos da por su Gracia debe ser un recordatorio de la misericordia que tuvo con nuestras vidas: sin buscarlo Él fue quien nos encontró, nos salvó, nos restauró y aunque fallamos, aún nos sigue preparando para ver la Gloria de su Reino.

1 Pedro 2:9 dice: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Versión Reina-Valera 1960

No existe ningún otro título en el mundo que pueda causar un cambio tan profundo, completo, eterno y gratuito en la vida del hombre. Es definitivamente algo incomparable.

Cuidemos con honor y responsabilidad el regalo que nos fue dado.

Héctor Colque
CVCLAVOZ