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2 Corintios 10:5 La Biblia de las Américas

 

 

Las armas del apostolado

 

 

10 Y yo mismo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo, que soy humilde cuando estoy delante de vosotros, pero osado para con vosotros cuando estoy ausente, ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que ser osado con la confianza con que me propongo proceder resueltamente[a] contra algunos que nos consideran como si anduviéramos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones[b] y todo razonamiento altivo[c] que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo, y estando preparados para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa. Vosotros veis[d] las cosas según la apariencia exterior[e]. Si alguno tiene confianza en sí mismo de que es de Cristo, considere esto dentro de sí otra vez: que así como él es de Cristo, también lo somos nosotros. Pues aunque yo me gloríe más todavía[f] respecto de nuestra autoridad, que el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción, no me avergonzaré, para que no parezca como que deseo asustaros con mis[g] cartas. 10 Porque ellos dicen: Las cartas son severas y duras[h], pero la presencia física es poco impresionante[i], y la manera de hablar[j] menospreciable. 11 Esto tenga en cuenta tal persona: que lo que somos en palabra por carta, estando ausentes, lo somos también[k] en hechos, estando presentes. 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

 

REFLEXION

El monte de todos los montes

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Todos amamos los tiempos en nuestra vida cuando sentimos que estamos sobre la montaña. Estar en lugares altos, nos hace sentir fuertes, valiosos y poderosos. De la misma manera, estar en lugares altos siempre es más peligroso.

Existe el peligro de que pensemos que ya llegamos a nuestras metas y eso nos lleve a no hacer nada más. Puede que nos haga un tanto orgullosos y desdeñosos con quienes no hayan logrado lo que nosotros sentimos que llevamos a cabo. Pero las montañas de esta vida son apenas un logro.

El lugar a donde deseamos llegar

En los últimos días, el monte de la casa del Señor será el más alto de todos, el lugar más importante de la tierra. Se levantará por encima de las demás colinas y gente del mundo entero acudirá allí para adorar.

Miqueas 4:1 (NTV)

Hay un monte; ese, más alto de todos, que sí será una culminación. El monte de la casa del Señor, el Reino de Dios, la nueva Jerusalén, que hará que nuestras montañas se vean más bien como valles. Ese lugar donde Jesús iluminará nuestra existencia. Ese lugar donde deseamos llegar.

El futuro en el reino del Señor

No tratemos de vivir perennemente en las montañas de logros en esta vida. De hacerlo, puede que dejemos de perseguir nuestro verdadero hogar al que regresaremos al partir de aquí.

Hay una montaña mucho mejor que nos espera a todos. Sigamos esforzándonos por estar preparados para llegar a vivir en ella.

En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador.

Filipenses 3:20 (NTV)

Tenemos un futuro que nos espera. Lo prometido por nuestro Amado Jesús. Un lugar sin lágrimas, ni tristeza ni dolor. Un lugar preparado especialmente para nosotros donde viviremos con nuestros cuerpos gloriosos con nuestro Rey Celestial, Jesús.

Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más.

Apocalipsis 21:4 (NTV)

Elluz Peraza

CVCLAVOZ