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Juan 16:21  La Biblia de las Américas (LBLA)

 

La obra del Espíritu Santo

Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador[d] no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando Él venga, convencerá[e] al mundo de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque no creen en mí; 10 de justicia, porque yo voy al Padre y no me veréis más; 11 y de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado. 12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. 13 Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir. 14 El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que Él toma de lo mío y os lo hará saber. 16 Un poco más, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis. 17 Entonces algunos de sus discípulos se decían unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: «Un poco más, y no me veréis, y de nuevo un poco, y me veréis» y «Porque yo voy al Padre»? 18 Por eso decían: ¿Qué es esto que dice: «Un poco»? No sabemos de qué habla. 19 Jesús sabía que querían preguntarle, y les dijo: ¿Estáis discutiendo entre vosotros sobre esto, porque dije: «Un poco más, y no me veréis, y de nuevo un poco, y me veréis»? 20 En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, pero el mundo se alegrará; estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. 21 Cuando la mujer está para dar a luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño, ya no se acuerda de la angustia, por la alegría de que un niño[f] haya nacido en el mundo. 22 Por tanto, ahora vosotros tenéis también aflicción; pero yo os veré otra vez, y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará vuestro gozo. 23 En aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre, os lo dará en mi nombre. 24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo.

25 Estas cosas os he hablado en lenguaje figurado[g]; viene el tiempo[h] cuando no os hablaré más en lenguaje figurado[i], sino que os hablaré del Padre claramente. 26 En ese día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí del Padre. 28 Salí del Padre y he venido al mundo; de nuevo, dejo el mundo y voy al Padre. 29 Sus discípulos le dijeron*: He aquí que ahora hablas claramente y no usas lenguaje figurado[j]. 30 Ahora entendemos que tú sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que tú viniste de Dios. 31 Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? 32 Mirad, la hora viene, y ya ha llegado, en que seréis esparcidos, cada uno por su lado[k], y me dejaréis solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad[l], yo he vencido al mundo.

UN ENCUENTRO CON LAPALABRA

 

 

REFLEXION

¿Te diste cuenta de cuán bendecido eres?

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ.

 

 

Mucha gente es especialista en llevar la cuenta de sus problemas, de los malos ratos, de las cosas que le hacen falta, pero no se percatan de las bendiciones que tienen; y tú, ¿Te diste cuenta de cuán bendecido eres?

Se cuenta de una anciana que tuvo muchos contratiempos. A pesar de todo, poseía una dulce y alegre expresión y un corazón gozoso.

Cuando le preguntaron cuál era su secreto, contestó que durante muchos años había estado llenando un cuaderno de bendiciones. Cada noche escribía en él algo agradable que había sucedido durante aquel día. A veces era un paseo al que había sido invitada; otros días, la visita de alguna amistad; otras veces, un ramo de flores, o un regalito, o bien que alguna de sus macetas había producido una nueva flor.

Dando la importancia debida a las bendiciones

Seguramente conoces gente que se queja de todo, o quizás hasta tu mismo has caído en el mal hábito de mirar sólo los problemas y olvidar las bendiciones que recibes diariamente; porque sin importar las circunstancias adversas que estás atravesando, cada día hay bendiciones que muchas veces las pasamos por alto.

Existen muchas cosas que no consideramos una bendición, las damos por sentado y no consideramos que sean importantes; por ejemplo, a veces por la costumbre de estar sanos todos los días, creemos que la salud es algo que todos disfrutan y no pensamos que sea una bendición. Tener un techo, alimentos, familia, amigos, un trabajo, la posibilidad de estudiar, son otras cosas que no consideramos una bendición cuando en realidad deberíamos sentirnos afortunados de tenerlas.

Las bendiciones son mucho más que las posesiones materiales, la vida va mucho más allá de poseer cosas y Dios nos demuestra su amor, cada día, con detalles que a veces pasan desapercibidos por estar enfocados sólo en las cosas malas.

No necesitamos esperar mucho ni ir lejos para ver lo bendecidos que somos, basta con prestar atención para poder dar gracias a Dios por todas las bendiciones que recibimos a diario.

En el Salmo 103: 2 el salmista nos da un sabio consejo de gratitud: “Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí” (NTV).

Nunca olvides todas las cosas buenas que Dios ha hecho por ti y, si te sirve, puedes seguir el ejemplo de la anciana de la historia e ir anotando cada día las bendiciones recibidas.

Ana María Frege Issa

CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LAPALABRA

 

 

REFLEXION

Devocionales

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Victoria incuestionable.

 

 

Una madre estaba muy preocupada por sus hijos, desde que su esposo, llamado por la patria se hallaba lejos sirviendo como enfermero de la Cruz Roja.

Cada día era una nueva discusión entre ellos, apenas podía aguantar la situación y todos los días sentada en la cocina, levantaba su corazón a Dios pidiéndole fuerzas.

Un día, mientras hacía su oración apareció Juan, restregándose las manos con la luz de la victoria en los ojos, y dijo:

- ¡Lo he vencido, mamá! ¡He ganado la victoria para siempre! Ya no podrá molestarme más.

La madre asustada, pálida como la cera, se levantó gritando:

- ¿Qué le has hecho? ¡Habla… di!

- Le he pegado las dos bofetadas más fuertes e inesperadas que recibió en su vida y allí quedó, apoyado en su cama y llorando.

- Pero, pero pero…- Fue lo único que supo decir ella. Poniéndose de pie iba a salir cuando el muchacho le impidió el paso.

- Escucha primero, mamá- Le dijo- Ayer mi hermano me ofendió como nunca antes. Esta mañana, cuando se despertó en su lecho, me miró con ojos de ira. Yo salté de mi cama y cuando él vio que me acercaba a la suya se sentó, pensando en defenderse. Entonces yo, cayendo sobre él, porque soy más fuerte, lo sujeté y le planté dos besos, uno en cada mejilla. Su sorpresa ha sido tan grande que se ha caído de espaldas, y se quedó allí llorando. Ahora ya puedes ir a consolarlo, si quieres…

- Pero, pero hijo mío.

- ¿Por qué lo besé, preguntas, mamá? Porque he recordado unas palabras del evangelio: “Perdona nuestras deudas como perdonamos…”

Muchas veces perdemos el tiempo enfrascándonos en peleas y discusiones, creando resentimientos y odio, olvidando que si perdonamos las ofensas de los otros, también seremos perdonados. “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial” Mateo 6: 14 (RVR 1960)

¿Llevas mucho tiempo peleado con alguien? ¿Intentaste solucionar las cosas o simplemente tu orgullo pudo más?

Efesios 4:32 dice: “Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo” (NTV)

Recuerda que las palabras ásperas sólo ahondarán la distancia entre tú y la persona que amas. Acércate con palabras amables e intenta restaurar la relación. Dios te ayudará.

No permitas que pase más tiempo, busca a tu amigo, hermano, padre, madre, compañero, a la persona con la que estés peleada y da el primer paso para la reconciliación.

Ana María Frege Issa

CVCLAVOZ