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Job 30:25  La Biblia de las Américas (LBLA)

Lamento de Job

30 Pero ahora se burlan de mí
los que son más jóvenes que yo,
a cuyos padres no consideraba yo dignos
de poner con los perros de mi ganado.
En verdad, la fuerza de sus manos ¿de qué me servía?
Había desaparecido de ellos el vigor.
De miseria y hambre estaban extenuados;
roían la tierra seca de noche en desierto y desolación;
arrancaban malvas[a] junto a los matorrales,
y raíz de retama era su alimento.
De la comunidad fueron expulsados,
gritaban contra ellos como contra un ladrón.
Moraban en valles[b] de terror,
en las cuevas de la tierra y de las peñas.
Entre los matorrales clamaban[c];
bajo las ortigas se reunían.
Necios[d], sí, hijos sin nombre,
echados a latigazos de la tierra.

Y ahora he venido a ser su escarnio[e],
y soy para ellos refrán.
10 Me aborrecen y se alejan de mí,
y no se retraen de escupirme a la cara[f].
11 Por cuanto El ha[g] aflojado la cuerda de su[h] arco y me ha afligido,
se han quitado el freno delante de mí.
12 A mi derecha se levanta el populacho[i],
arrojan lazos a mis pies
y preparan contra mí sus caminos de destrucción.
13 Arruinan mi senda,
a causa de mi destrucción se benefician,
nadie los detiene.
14 Como por ancha brecha vienen,
en medio de[j] la tempestad siguen rodando.
15 Contra mí se vuelven los terrores,
como el viento persiguen mi honor[k],
y como nube se ha disipado mi prosperidad[l].

16 Y ahora en mí se derrama mi alma;
días de aflicción se han apoderado de mí.
17 De noche El traspasa mis huesos dentro de[m] mí,
y los dolores que me corroen no descansan.
18 Una gran fuerza deforma mi vestidura,
me aprieta como el cuello de mi túnica.
19 El me ha arrojado al lodo,
y soy como el polvo y la ceniza.
20 Clamo a ti, y no me respondes;
me pongo en pie, y no me prestas atención.
21 Te has vuelto[n] cruel conmigo,
con el poder de tu mano me persigues.
22 Me alzas al viento, me haces cabalgar en él,
y me deshaces en la tempestad.
23 Pues sé que a la muerte me llevarás,
a la casa de reunión de todos los vivientes.

24 Sin embargo ¿no extiende la mano el que está en un montón de ruinas,
cuando clama en su calamidad?
25 ¿No he llorado por aquél cuya vida es difícil[o]?
¿No se angustió mi alma por el necesitado?
26 Cuando esperaba yo el bien, vino el mal,
cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27 Por dentro me hierven las entrañas, y no puedo descansar;
me vienen al encuentro días de aflicción.
28 Ando enlutado, sin consuelo[p];
me levanto en la asamblea y clamo.
29 He venido a ser hermano de chacales
y compañero de avestruces.
30 Mi piel se ennegrece sobre[q] mí,
y mis huesos se queman por la fiebre[r].
31 Se ha convertido en duelo mi arpa,
y mi flauta en voz de los que lloran.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Devocional Diario 0


Los ángeles del cielo deben haberse asombrado viendo al Señor Jesucristo humillarse a sí mismo para tomar forma humana. Mayor fue el asombro cuando Él vivió bajo circunstancias humildes, fue torturado, ridiculizado y finalmente crucificado por los pecados del mundo.

Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos. Salmo 148:2
Los ángeles son enviados por Dios para ministrar a aquellos que le pertenecen (Hebreos 1:14).
Ellos nos protegen (Salmos 91:11).
Envían mensajes del cielo (Daniel 10:10, Lucas 1:13, Lucas 1:31, Hechos 27:23).
Liberan prisioneros del Evangelio (Hechos 12:7).
Mientras que los ángeles ministran (ayudan) a los hijos de Dios, no deben ser adorados por nosotros (Col 2:18, Ap 22:8-9). Cualquier ángel que predica un evangelio diferente de Jesús será maldito (Gálatas 1:8). Además no debemos olvidar que Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Corintios 11:4).

Los ángeles son ministros de Dios y están en su presencia todo el tiempo (Lucas 1:19). Adoran y cantan alabanzas al único Salvador del mundo (Apocalipsis 5:11-14). Ellos miran con asombro la bondad de Dios con los fieles (1 Pedro 1:12).

Un día seremos como los ángeles vestidos de esplendor en la presencia de Dios. (Marcos 12:25)

No debemos orar a los ángeles, solamente a Dios. Él los envía para ayudarnos cuando estamos en problemas o necesitamos ánimo. A los creyentes se les anima a hospedar personas, ya que podemos estar haciendo el bien para los ángeles sin saberlo (Hebreos 13:2).

Podemos ser como los ángeles cuando adoramos y alabamos a Dios con todo nuestro corazón. El Señor es digno de la alabanza en la tierra y en el cielo. Un día nos uniremos al coro angelical ¡cantando alabanzas a nuestro Señor!

Oración
Amado Dios, gracias por enviar ángeles para ayudarme cuando no estoy consciente de tu presencia. Ayúdame a mantener mi enfoque en Ti más que en cualquier ser angelical. En el nombre de Jesús, amén.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


¡Como las estrellas del cielo!

Imagina que tienes un deseo en tu corazón y recibes la promesa de que lo tendrás, pero “como las estrellas del cielo” Por ejemplo, es como pedir al Señor un empleo y que Dios te conceda ser gerente de la empresa ¡Es más de lo que imaginas! ¿Cómo recibir semejante bendición?

“y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” Génesis 22:16-18 (RVR 1960)

Abraham fue el hombre que recibió esta promesa y, después, el Señor le pidió a su único hijo, aquel que él anhelaba con toda su alma. Lo asombroso es que Abraham no se lo negó, le entregó lo que más amaba demostrando su obediencia a Dios y que todo, innegablemente “todo”, le pertenecía a Él.

¿Le has entregado todo a Dios? Es posible que Él no esté en primer lugar en tu vida y que además no estés obedeciendo su palabra, si fuera el caso estás olvidando que Él es todopoderoso.

“Él cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres.” Salmos 147:4 (RVR 1960)

Los favores que el Señor quiere darte son innumerables, no se pueden contar así como las estrellas del cielo o como la arena que está en la orilla del mar, pero Dios puede hacerlo. Él sabe cuántas estrellas existen en el cielo y, además, no olvida sus nombres; así mismo, conoce cada una de las bendiciones que te dio y aún quiere darte.

En esta oportunidad te animo a seguir el ejemplo de Abraham y no reservarte nada para ti, si crees en Dios entonces le entregarás todo, incluso lo que más amas en la vida. Recuerda que el Señor tiene grandes promesas para ti ¡No te pierdas ninguna!

Shirley Chambi
CVCLAVOZ