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Daniel 6:10 La Biblia de las Américas (LBLA)

Daniel en el foso de los leones

 

 

 

[a]Le pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas que gobernaran en todo el reino, y sobre ellos, tres funcionarios (uno de los cuales era Daniel) a quienes estos sátrapas rindieran cuenta, para que el rey no fuera perjudicado. Pero[b] este mismo Daniel sobresalía entre[c] los funcionarios y sátrapas porque había en él un espíritu extraordinario, de modo que el rey pensó ponerlo sobre todo el reino. Entonces los funcionarios y sátrapas buscaron un motivo para acusar a Daniel con respecto a los asuntos del reino; pero no pudieron encontrar ningún motivo de acusación ni evidencia alguna decorrupción, por cuanto él era fiel, y ninguna negligencia ni corrupción podíahallarse en él. Entonces estos hombres dijeron: No encontraremos ningún motivo de acusación contra este Daniel a menos que encontremos algo contra él en relación con la ley de su Dios. Estos funcionarios y sátrapas, de común acuerdo[d], fueron entonces al rey y le dijeron así: ¡Rey Darío, vive para siempre! Todos los funcionarios del reino, prefectos, sátrapas, altos oficiales y gobernadores, han acordado que el rey promulgue un edicto y ponga en vigor el mandato de que cualquiera que en el término de treinta días haga petición a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. Ahora pues, oh rey, promulga el mandato y firma el documento para que no sea modificado, conforme a la ley de los medos y persas, que no puede ser revocada[e]. Por tanto, el rey Darío firmó el documento, esto es, el mandato.

10 Cuando Daniel supo que había sido firmado el documento, entró en su casa (en su aposento superior tenía ventanas abiertas en dirección a Jerusalén), y como[f] lo solía hacer antes, continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando gracias delante de su Dios. 11 Entonces estos hombres, de común acuerdo[g], fueron y encontraron a Daniel orando y suplicando delante de su Dios; 12 por lo cual se presentaron ante el rey y le hablaron tocante al mandato real: ¿No firmaste un mandato que cualquier hombre que en el término de treinta días hiciera petición a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, fuera echado en el foso de los leones? El rey respondió, y dijo: La orden[h] es cierta, conforme a la ley de los medos y persas, que no puede ser revocada[i].13 Entonces ellos respondieron y dijeron al rey: Daniel, que es uno de los deportados[j] de Judá, no te hace caso, oh rey, ni del mandato que firmaste, sino que tres veces al día hace su oración. 14 Al oír estas palabras, el rey se afligió mucho y se propuso librar a Daniel; y hasta la puesta del sol estuvo buscando la manera de librarlo. 15 Entonces aquellos hombres vinieron de común acuerdo[k] al rey y le dijeron[l]: Reconoce, oh rey, que es ley de los medos y persas que ningún mandato o edicto que el rey establezca, puede ser revocado.

16 El rey entonces dio órdenes que trajeran a Daniel y lo echaran en el foso de los leones. El rey habló a Daniel y le dijo: Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, El te librará. 17 Trajeron una piedra y la pusieron sobre la boca del foso; el rey la selló con su anillo y con los anillos de sus nobles, para que nada pudiera cambiarse de lo ordenado en cuanto a Daniel. 18 Después el rey se fue a su palacio y pasó la noche en ayuno; ningún entretenimiento fue traído ante él y se le fue el sueño.

19 Entonces el rey se levantó al amanecer, al rayar el alba, y fue a toda prisa al foso de los leones. 20 Y acercándose al foso, gritó a Daniel con voz angustiada. El rey habló a Daniel y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, tu Dios, a quien sirves con perseverancia, ¿te ha podido librar de los leones? 21 Entonces Daniel respondió al[m] rey: Oh rey, vive para siempre. 22 Mi Dios envió su ángel, que cerró la boca de los leones, y no me han hecho daño alguno porque fui hallado inocente[n] ante El; y tampoco ante ti, oh rey, he cometido crimen alguno. 23 El rey entonces se alegró mucho y mandó sacar a Daniel del foso. Cuando Daniel fue sacado del foso, no se encontró en él lesión alguna, porque había confiado en su Dios. 24 El rey dio órdenes que trajeran a aquellos hombres que habían acusado falsamente a[o] Daniel, y que los echaran, a ellos, a sus hijos y a sus mujeres en el foso de los leones. No habían llegado aún al fondo del foso, cuando ya los leones se habían apoderado de ellos y triturado todos sus huesos.

25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitaban en toda la tierra: Que abunde vuestra paz[p]. 26 De parte mía se proclama un decreto de que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen delante del Dios de Daniel,

porque El es el Dios viviente que permanece para siempre,
y su reino no será destruido
y su dominio durará para siempre[q].
27 El es el que libra y rescata, hace señales y maravillas
en el cielo y en la tierra,
el que ha librado a Daniel del poder[r] de los leones.

28 Y este mismo Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el Persa.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRAuis Chocont·

REFLEXION

¿Que Deben Esperar Tus Hijos De Ti?
Publicado por: Devocionales en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0

 

 

 

“LOS HIJOS SON UN REGALO DEL SEÑOR…” (Salmos 127:3 NTV)
Tus hijos deben esperar ciertas cosas, tales como:

1) Tu tiempo.
No los minutos que te sobran al final del día, sino momentos especiales dedicados a ellos. Si tu vida está marcada por horarios apretados y actividades de las que tus hijos no forman parte, haz algo al respecto; de lo contrario, muy pronto llegará el día en que tú no estés incluido en sus actividades. Ver la televisión juntos durante tres horas no cuenta; hay que estar “emocionalmente presentes”. A veces eso significa dejar que sean testigos de tus temores y tus inseguridades, así como lo son de la alegría que ellos te dan y de tu amor por ellos.

2) Transparencia.
Hay mucho que nuestros hijos nos pueden enseñar acerca de sí mismos, de nosotros y de quién es Dios. Cuando nos demos cuenta de que no tenemos todas las respuestas, dejaremos que Dios nos hable a través de nuestros hijos. Esa receptividad refuerza su fe, les ayuda a seguir siendo enseñables y a ti a seguir siendo joven de espíritu.

3) Orden.
Es vital, sobre todo durante los años formativos, poner reglas y fijar límites. Los niños necesitan un marco y unas normas para sentirse seguros. Cuando son pequeños eso incluye cosas como una hora fija de acostarse, la cual se retrasará con la edad. Hacer esto les hará ver que a más edad, mayor responsabilidad, que no pueden tenerlo todo de golpe porque la libertad conlleva responsabilidad y que no están listos para manejarla como ellos creen estarlo. No intentes ser el mejor amigo de tus hijos. Ni busques que ellos satisfagan tus necesidades emocionales, pues no están preparados todavía para llevar esa carga. Ten confianza en Dios y en tu identidad como padre. Busca ayuda externa de personas con buenos principios. En definitiva, procura ser ese padre (o madre) firme y comprensivo que tu hijo necesita.

Los Hijos Y Padres En La Biblia
“ACÉRCALOS… Y LOS BENDECIRÉ…” (Génesis 48:9)
Veamos otras tres cosas que tus hijos deben esperar de ti:

1) Perdónalos y estate dispuesto a pedirles perdón.
Al hacerlo, les estás enseñando que:
a) Todos tenemos que tratar con las consecuencias de nuestros actos, y al hacerlo maduramos.
b) Tus fallos no hacen de ti un fracasado; son parte del proceso de aprendizaje y de crecimiento, parte del paquete.
c) Debemos ser rápidos en brindar a otros la misma gracia que se nos ha brindado tantas veces a nosotros.

2) No les sobrecargues con tu bagaje emocional.
Un hombre empezó a deprimirse y angustiarse cuando su hijo iba a cumplir 12 años. Muy poco después del cumpleaños del chico, el padre estaba mirando un álbum de fotos de su infancia. Y fue ahí donde se dio cuenta de que él tenía 12 años cuando su padre abandonó a la familia y luego se suicidó. Al ver que su hijo se acercaba a esa edad, se sintió muy temeroso, porque volvieron a abrirse las viejas heridas que no habían sanado. Un consejero le ayudó a recuperar la perspectiva y el equilibrio emocional haciéndole ver que él era un hombre muy distinto a su padre y que no iba a abandonar a su familia.

3) Bendícelos.
“—Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí —respondió José a su padre. —Acércalos ahora a mí, y los bendeciré —dijo Israel” (Génesis 48:9). Los principios por los que vives y las bendiciones que disfrutas son para pasárselos a tus hijos y a tus nietos. Ya sea que les expreses verbalmente lo que está en tu corazón o que les mandes una nota o un correo diciéndoles lo orgulloso que te sientes de ellos, bendice a tus hijos a cada oportunidad que se presente.

“…PARA QUE TE VAYA BIEN A TI Y A TUS HIJOS…” (Deuteronomio 4:40)
A veces nos asustamos porque nuestros hijos nos recuerdan demasiado a nosotros. Vemos en ellos los mismos temores e inclinaciones con las que nosotros hemos luchado. Los observamos desviarse del camino de la vida y tropezar en los mismos baches donde nosotros caímos y nos lastimamos. Lo natural es querer evitarles esas cosas, pero a veces no podemos. Ellos tienes su mentalidad, sus dotes y sus ideales. Y si la parábola del Hijo Pródigo nos enseña algo, es que hay buenos padres con hijos que solo aprenden a las duras. Si este es tu caso ¿qué puedes hacer? Orar por ellos, y “estar ahí” cuando regresen. Muchos adultos a quienes les va muy bien en la vida fueron un día hijos pródigos salvados por las oraciones de un padre o una madre que se negó a rendirse.

Si tus muchas ocupaciones te impiden sacar tiempo para interceder por tus hijos, tu escala de prioridades no es adecuada. No hay nada más valioso que el tiempo que pasas delante de Dios intercediendo por ellos. Si no sabes cómo hacerlo, prueba con la siguiente oración:

“Padre, me preocupa la dirección que mi hijo/a está tomando. Parece que está fuera del alcance de mi voz y mi influencia. Pero tú puedes alcanzarlo/a. Puedes recordarle lo que le hemos enseñado y acomodar las circunstancias que lo traigan de vuelta. Tu Palabra dice que si te obedezco me irá bien a mí y a mis hijos (Deuteronomio 4:40). Me aferro a tu promesa, creyendo que mi hijo/a va a decidir servirte y caminar en tu bendición por el resto de su vida. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén”.

 

 

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

En solo un instante

 

 

 

El 6 de mayo de 1937, ocurrió uno de los desastres aéreos más grandes del siglo 20.

Un dirigible construido en Alemania llamado “Hindenburg” logró cruzar con éxito el océano Atlántico con 97 personas a bordo. Pero justo cuando conseguirían amarrar la enorme nave de 245 metros de largo (tres veces más largo que un avión Airbus A380), una pequeña llama de fuego se encendió en la cola y terminó por destruir la bestia aérea en menos de 40 segundos.

Recordemos que un dirigible se sostiene en el aire gracias a una enorme cantidad de hidrogeno o helio (gases inflamables), controlado dentro de un globo. En las cantidades apropiadas, pueden ser suficientes para elevar una estructura metálica. Eso sumado a una hélice, un motor y un timón, formaban un extravagante medio aéreo de transporte.

Pero el fatal final del Hindenburg a pocos metros del suelo, hizo que nadie con sentido común quiera subirse otra vez a un aparato similar.

Es increíble pensar cómo una portentosa máquina pudo ser destruida en tan solo 40 segundos. ¿Pueden existir cosas tan grandes pero a la vez tan frágiles que pueden ser destruidas en un parpadeo?

Pensemos un poco: matrimonio de varios años colapsando por un instante de pasión e infidelidad, ministerios prometedores echados por la borda por un pequeño antojo de pecado, una aparente e inofensiva dosis de droga eliminando un futuro universitario, un segundo de ira delante de tu hijo para marcarlo toda la vida, etc.

Aunque parezca difícil de asimilar, existen instantes pequeños que pueden llegar a marcar e incluso a destruir algo o a alguien. Seamos claros, ese instante es tan solo el resultado de un descuido muy anterior a la tragedia.
Los científicos que construyeron el Hindenburg, no se percataron de la electricidad estática que podía cargar la nave por la fricción del aire durante un viaje y que podía ser activada al tocar el suelo. Es más, tanta era la seguridad de los constructores de esos dirigibles que hasta habilitaron un área de fumadores. Lo mismo pasa con cualquier persona, por ejemplo; el adulterio no ocurre de un instante a otro, sino que es el resultado de una mente demasiado distraída acariciando el deseo pecaminoso por mucho tiempo antes de consumar sus intenciones.

Comprender esa realidad nos puede ayudar a tener más cuidado con nuestras vidas y con todo aquello que Dios nos ha permitido tener.
“Así pues, el que cree estar firme, tenga cuidado de no caer.” 1 Corintios 10:12 versión Dios Habla Hoy

Ningún instante de ira o pecado, vale la pena lo suficiente para echar a perder la vida, el ministerio, la familia o cualquier proyecto futuro.

Pero si por alguna razón, ya pasaste por esas circunstancias y aún quieres volver en el tiempo para corregir ese pequeño momento que te ha marcado de por vida. Recuerda, Dios tiene el poder de restaurar todo lo que aparentemente esté caído y sin remedio.

“Cuando se corta un árbol, queda aún la esperanza de que retoñe y de que jamás le falten renuevos.” Job 14:7 Versión Dios Habla Hoy

 

 

 

 

Héctor Colque
CVCLAVOZ